2008/02/24

> Berria: Hauteskundeak > EL OBISPO URIARTE AFIRMA QUE LA IGLESIA NO DEBE INCLINAR EL VOTO HACIA NINGUN PARTIDO

  • Uriarte afirma que la Iglesia no debe «inclinar el voto» hacia ningún partido
  • El obispo donostiarra considera que no puede «excluir a ningún modelo político» que respete los derechos humanos. Apoya el diálogo con las instancias de las que depende la paz
  • El Diario Vasco, 2008-02-24 # Jorge Sainz · DV · San Sebastián

El obispo de San Sebastián defendió ayer que la Iglesia no debe «inclinar el voto» de los ciudadanos y de los creyentes hacia ningún partido político. Juan María Uriarte sostuvo que los responsables eclesiásticos no pueden «ni sancionar como exigencia ética ni excluir» ningún «modelo político que respete los derechos humanos».


El prelado donostiarra realizó estas consideraciones ayer durante el Consejo Pastoral Diocesano, a preguntas de los participantes relativas a la actual coyuntura electoral. El papel de la Iglesia en este asunto fue motivo de polémica a principios de mes, tras sugerir la Conferencia Episcopal Española a los católicos que no votaran al PSOE por tener «como interlocutor a una organización terrorista». El Gobierno interpretó estas palabras como un claro apoyo de los obispos españoles al PP.


Ahora, con el inicio de la campaña, el prelado de San Sebastián ha querido marcar su posición propia sobre este asunto. En su intervención de ayer, Uriarte señaló que «en momentos electorales pueden proponer criterios éticos que ayuden a emitir un voto ponderado y responsable» y «ninguna instancia social o política debería, en principio, considerar una injerencia este proceder eclesial».


No obstante, el obispo de San Sebastián precisó que los responsables de la Iglesia han de evitar «cualquier signo o apariencia de proclividad partidista, particularmente en tiempo electoral o preelectoral», y basó esta postura en textos doctrinales del propio Papa Juan Pablo II.


Monseñor Uriarte cree que los criterios éticos que se propongan desde la Iglesia, «lejos de tener la pretensión de inclinar el voto concreto de los ciudadanos incluso de los creyentes, han de orientarse a que éstos lo emitan con libertad, con realismo y en conciencia, sin proteccionismos ni intervencionismos de ningún signo».


A su juicio, el realismo hará consciente al elector de que «ninguno de los programas presentados puede albergar la pretensión de tener la exclusividad de representar el Evangelio». Uriarte añade que el voto reclama una decisión inspirada por una «visión ética de la vida» orientada a la consecución de una paz «realizada entre todos y para todos» que, junto a otros factores, «conlleve una cancelación definitiva de la violencia de ETA». El prelado cierra este apartado recordando que, «mientras los modelos políticos -presentados por las diferentes formaciones- respeten los derechos humanos, la Iglesia no puede ni sancionarlos como exigencia ética ni excluirlos en nombre de ésta».


Uriarte finaliza sus consideraciones con una encendida defensa del diálogo como «herramienta insustituible para la paz». Por ello, cree que «ha de instaurarse, aunque no en el mismo nivel y con el mismo contenido, con todas aquellas instancias de quienes pende el futuro de la paz». Precisa que sólo los grupos e instituciones políticas que «excluyen la coacción o la amenaza tienen atribuciones para debatir, acordar y proponer la forma jurídico-política de las relaciones entre la comunidad autónoma y el Estado español».

  • Palabras del obispo
  • El Consejo Pastoral Diocesano ha tenido el sábado día 23 de febrero su sesión ordinaria en torno al tema de la Pastoral Familiar. En el turno de ruegos y preguntas, los consejeros han expuesto al obispo cuestiones relativas al momento presente que preocupan a la comunidad cristiana de Gipuzkoa, en particular las que se refieren a las próximas elecciones. He aquí algunas de sus respuestas:
  • 1. Los responsables de la Iglesia tienen el derecho cívico de dirigirse públicamente a los católicos y a todos aquellos que quieran escucharles exponiéndoles el mensaje del Evangelio. En momentos electorales pueden proponer criterios éticos que ayuden a emitir un voto ponderado y responsable. Ninguna instancia social o política debería, en principio, considerar una injerencia este proceder eclesial.
  • 2. Al exponer estos criterios, los responsables eclesiales hemos de evitar con sumo cuidado cualquier signo o apariencia de proclividad partidista, particularmente en tiempo electoral o preelectoral. En su Encíclica «Centesimus Annus» Juan Pablo II escribió en el año 1991: «La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden democrático, pero no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional» (C.A. 47).
  • 3. En consecuencia, los criterios éticos que se propongan, lejos de tener la pretensión de inclinar el voto concreto de los ciudadanos incluso de los creyentes, han de orientarse a que éstos lo emitan con libertad, con realismo y en conciencia. La libertad reclama que los electores maduren y emitan su voto, sin proteccionismos ni intervencionismos de ningún signo. El votante tiene derecho a ser tratado como un adulto. El realismo le hará consciente de que ninguno de los programas presentados puede albergar la pretensión de tener la exclusividad de representar el Evangelio. Por consiguiente habrá de discernir cuál es entre ellos el que resulte más viable y más próximo a sus convicciones morales y a sus legítimas opciones políticas. El voto en conciencia reclama una decisión responsable inspirada por una visión ética de la vida, asumida tras un análisis de los programas y reciamente orientada a la consecución de una paz realizada «entre todos y para todos» que junto a otros factores conlleve una cancelación definitiva de la violencia de ETA.
  • 4. Además de los criterios morales relativos a los derechos humanos individuales y colectivos que constituyen el nervio de una opción ética, he de recordar en esta tierra nuestra, algunos otros ya enunciados en otras ocasiones y que tienen rango de magisterio auténtico en nuestra diócesis:
  • a) «Mientras los modelos políticos -presentados por las diferentes formaciones- respeten los derechos humanos y se implanten y mantengan dentro de cauces pacíficos y democráticos, la Iglesia no puede ni sancionarlos como exigencia ética ni excluirlos en nombre de ésta. (.) Ninguno de ellos es, en principio, un «dogma político» que requiera un asentimiento incondicionado» (Carta colectiva de los obispos vascos «Preparar la paz», año 2002).
  • b) El diálogo es una herramienta insustituible para la paz que tanto deseamos y necesitamos. Juan Pablo II afirmó netamente: «el diálogo se presenta siempre como instrumento insustituible de toda confrontación constructiva, tanto en las relaciones internas de los Estados como en las internacionales» (año 2000). Ha de instaurarse, aunque no en el mismo nivel y con el mismo contenido, con todas aquellas instancias de quienes pende el futuro de la paz. Sólo aquellos grupos e instituciones políticas que representan a nuestra ciudadanía plural y excluyen la coacción o la amenaza tienen atribuciones para debatir, acordar y proponer la forma jurídico-política de las relaciones entre la comunidad autónoma y el Estado español.

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