2008/03/07

> Berria: Eskubideak > REINO UNIDO: NIEGAN EL ASILO A UN GAY IRANI PERSEGUIDO

  • Gran Bretaña niega el asilo a un gay iraní perseguido
  • Durante decenios, Londres acogió a refugiados políticos de todo el mundo, el Gobierno laborista está acabando con esta tradición
  • La Vanguardia, 2008-03-07 # Rafael Ramos

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, causó un considerable revuelo hace poco en la universidad neoyorquina de Columbia al proclamar orgulloso que en su país, al contrario que en las decadentes sociedades occidentales, "no hay homosexuales". Habría sido más preciso decir que haberlos los hay, pero su gobierno hace lo que puede por exterminarlos con un castigo de pena de muerte para quienes son hallados culpables de ese delito.


Hasta hace poco el Reino Unido podía estar orgulloso de dar refugio a quienes huían de la persecución religiosa o política y solicitaban asilo temerosos por su vida o integridad física, pero todo está cambiando muy deprisa en la obsesión del Gobierno laborista por cultivar el voto de la extrema derecha, que ve en principio a todo extranjero como una amenaza sobre los puestos de trabajo o los beneficios sociales.


Cada vez es mayor el número de solicitantes de asilo asiáticos y africanos a los que el Labour - primero con Blair y ahora con Brown- deniega la residencia a pesar de la existencia de indicios contundentes de que corren serio peligro de ser encarcelados, torturados o incluso asesinados en sus países de origen, y más si se trata de musulmanes (estigmatizados como consecuencia del auge del integrismo). El Gobierno, con la vista puesta en las elecciones que seguramente se celebrarán el año que viene, prefiere pecar de duro que de blando.


De todas las instancias de familias separadas y vidas destruidas por la nueva e intransigente política electoralista de asilo, tan sólo un puñado llega a conocimiento de la opinión pública cuando algún diputado hace campaña a favor de un votante de su circunscripción, y el asunto alcanza los periódicos. Es el caso del adolescente iraní Mehdi Kazemi, que ha huido a Holanda en vista de que Londres lo quería deportar a su país, donde su pareja fue condenada a muerte por homosexualidad y ahorcada.


Kazemi vino a Londres en el 2004 para estudiar inglés, y estando aquí supo que su compañero había sido ejecutado en Irán después de que su relación fuera denunciada. Tras ser rechazada su solicitud de asilo político, el joven escapó del centro de detención para refugiados que hay junto al aeropuerto de Gatwick y consiguió llegar a Holanda, donde expuso el caso en la esperanza de hallar una mayor comprensión. En la actualidad se encuentra a la espera de la sentencia de un tribunal de apelación, con el problema de que el Tratado de Dublín establece claramente que la decisión corresponde al "primer país de entrada en la Unión Europa", que en este caso es Gran Bretaña.


Aunque en sintonía con el resto de potencias europeas occidentales, el Reino Unido se está enrocando cada vez más y está desarrollando una preocupante hostilidad hacia los inmigrantes (dos polacos fueron asesinados con destornilladores la semana pasada en Dublín por una banda de adolescentes), los dramas individuales que aparecen en la prensa tocan la fibra sensible de los ciudadanos y hacen que el Gobierno revise su rechazo inicial para no parecer inhumano.Es lo que ha ocurrido con el futbolista de 19 años Alazán al Bangura, nacional de Sierra Leona y que juega en el Watford, que cuando ya tenía un pie en el avión para ser deportado consiguió el ansiado permiso de estancia indefinida.


Hace unos meses los habitantes de Lewis, en las Islas Hébridas, se organizaron para impedir que un muchacho que llevaba desde pequeño en ese remoto rincón británico y estaba perfectamente integrado en la comunidad fuera devuelto a su tierra como castigo por haber quemado un coche, delito por el que había cumplido la correspondiente pena y mostrado arrepentimiento.


Más de 200 personas son ejecutadas al año en Irán por ser homosexuales - según Amnistía Internacional-, mientras el lesbianismo es castigado con cien latigazos, y la cuarta ofensa con la pena de muerte. Los activistas gay, temerosos por sus vidas, actúan en la clandestinidad, aunque Ahmadineyad diga que no existen.

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