2008/05/29

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  • Diseñadores crean dispositivos electrónicos para detectar la orientación sexual
  • Cambio.com.co, 2008-05-29

Porque las intuiciones tienen un margen de error y la timidez a veces le gana la partida al deseo, la firma japonesa Erfolg diseñó en 1998 un aparato para detectar en qué onda estaba la gente que se cruzara por el lado y que, casualmente, contara con el mismo dispositivo electrónico. Mediante luces y timbres, el Lovegety, como fue bautizado, señalaba la presencia de una persona sintonizada en la misma intención -"hablar", "karaoke" o "al grano"- a menos de 4,5 metros a la redonda.


En cuatro meses, el artilugio ya contaba con 400.000 usuarios en Japón -especialmente adolescentes- y había encendido el bombillo de otros diseñadores en el mundo, muchos con aspiraciones menos inocentes. Apenas un año después, la firma canadiense Gaydar Direct ya había lanzado el Gaydar -abreviación de las palabras 'gay' y 'radar'-, un dispositivo diseñado para vibrar cuando -sobra decirlo- un homosexual con el aparato encendido se acercara a otro que lo tuviera en las mismas condiciones.


El primer Gaydar podía ser utilizado como llavero y se asemejaba bastante al control de la alarma de un carro. Medía siete centímetros por cuatro de ancho y se activaba cuando encontraba un par a seis metros a la redonda. Hoy ha llegado a tal grado de sofisticación que puede ser incluido en teléfonos celulares o como parte integral del carro.


En tiempo remoto

Pero lo cierto es que la historia del "radar gay" -e incluso de la abreviación gaydar- es muy anterior al dispositivo electrónico e incluso anterior al adagio "ojo de loca no se equivoca", que, pese a su tono homofóbico, es pronunciado en los mismos ambientes homosexuales.


Es probable incluso que el gaydar se remonte "a los mismos orígenes de la especie", como diría la frase recurrente. Al fin y al cabo, el primer detector de la orientación sexual fue la intuición a partir de señales no verbales: maneras, hábitos, oficios... y hasta olores, como lo planteó en 2005 una investigación realizada por el Monell Chemical Senses Center, de Filadelfia, Estados Unidos, que encontró que los hombres homosexuales gustaban más del olor de las axilas de sus congéneres que del olor de las axilas de los 'heteros'. Las lesbianas, según señalaron en Psychological Science, tenían menos afinado ese instinto.


El mismo año, el investigador de la Universidad de Harvard William Lee Adams, presentó los resultados de un estudio que reforzaba la idea de la existencia de un gaydar pero visual: encontró que homosexuales y lesbianas detectaban en segundos a sus pares con solo ver la fotografía de su rostro. Según escribió después en una carta en defensa de su investigación en The New York Times, "los gays y las lesbianas quizás aguzan su gaydar para esquivar el prejuicio anti-gay".


Por supuesto, no han faltado sátiras a estas investigaciones e invenciones. En el periódico humorístico The Onion, el comentarista Shawn Parker tituló un artículo: "Yo puedo decir al instante si alguien es afroamericano con mi asombroso 'negro-dar' ".


No le falta razón, si se tiene en cuenta que no son pocos los homosexuales que envían señales explícitas: desde el abierto afeminamiento o las miradas contundentes, hasta el "código hanky", utilizado a finales de los 70 en los bares gay para señalar la preferencia sexual -pasivo, activo, sexo oral, etc.- mediante un pañuelo de un color determinado en alguno de los bolsillos traseros del pantalón.


"Todos esos inventos me parecen tontísimos -dice Javier, homosexual de 50 años-. El mejor radar sigue siendo la mirada: cuando es profunda, sostenida y correspondida, la probabilidad de fallar es mínima. Y ese código aplica igual en Colombia, en Europa o Estados Unidos".


Pero siempre habrá quienes requieran de una prueba confirmatoria. Para ellos, la tecnología ya ha puesto todo un arsenal a su servicio.


Dime cómo te comportas...
Digna de un museo de la infamia, entre los años 50 y 60 las autoridades canadienses diseñaron una máquina para identificar a los homosexuales de la Policía Montada y del Ejército. El aparato fue bautizado como Fruit Machine -Máquina de la fruta-, pues los gays de la sociedad canadiense eran conocidos con el remoquete de 'frutas'. Los sospechosos, sentados en una silla que parecía de odontología, eran sometidos a toda suerte de imágenes, desde normales hasta pornográficas que involucraban a hombres y mujeres. La respuesta erótica según el contenido -medida en la dilatación de las pupilas, la respiración y el pulso- determinaría la orientación sexual. Casi diez millares de hombres tuvieron que decir adiós a las armas por cuenta de esta máquina cuya eficacia nunca fue confirmada.


Actualmente, algunos estudios han comprobado que mediante una pletismografía peneal -medición del flujo sanguíneo hacia los genitales del hombre cuando observa o escucha escenas sexuales- es posible identificar si una persona es proclive a la pedofilia o a la violencia sexual.

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