2008/05/14

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  • ¿Igualdad con homofobia?
  • Pasaian, 2008-05-14 # Fabio González

Parece, o eso nos dicen, que para lesbianas, gays y transexuales poco o nada queda por reclamar. Al fin y al cabo, se argumenta que, con la Ley de Parejas de Hecho impulsada por el Gobierno Vasco ya hace unos años y con la reciente aprobación de la ley que regula uniones entre personas del mismo sexo, y hace poco, con la referida al colectivo transexual, la igualdad ya es un hecho, y por tanto todas las personas podemos asumir vivir nuestra orientación sexual o identidad de género/sexual con total libertad.


Sin embargo, este tejido legal, que llega tras la dura lucha que colectivos como EHGAM llevan realizando desde hace más de tres décadas, no garantiza, en los hechos, que las personas desarrollen su sexualidad de modo natural y sin prejuicios. El contexto, desgraciadamente, sigue siendo otro y es que la homofobia, del mismo modo que el machismo, no deja de ser una realidad estructural que requiere de una transformación integral para que el prejuicio y odio hacia las personas homosexuales deje de existir.


En Euskal Herria miles de jóvenes, especialmente en la adolescencia, siguen sufriendo su sexualidad no normativa, esto es no heterosexual, porque los roles sociales y la homofobia social de la que hablábamos les dicen eso, que “no son normales” y que por tanto deben sentirse acomplejados. ¿Nos hemos parado a pensar en la sensación de desamparo en la que están las y los jóvenes que sufren la homofobia en un tiempo que, se les dice, es de igualdad y libertad?


La situación de las personas mayores no es menos complicada. Si socialmente se ha asumido que existen mujeres y hombres lesbianas y gays, en cualquier lugar, en cualquier clase social, en cualquier trabajo… lo mismo ocurre con los tramos de edad (¿o es que acaso los gays no envejecemos?). Sin embargo, sabremos de pocos aitites o amamas no heterosexuales. El secreto acompaña a la historia de la homosexualidad. Haberlos, haylos. Cabe preguntarse, también, qué clase de homosexualidad se nos permite en la sociedad. Asistimos a una asimilación de patrones heterosexuales, algo así como “sea gay pero actúe como si no lo fuera”. Se ha dicho, no sin razón, que las primeras víctimas de esas pautas de comportamiento son las y los propios heterosexuales. Queda mucho por cambiar, mucho por conseguir. Hace falta un replanteamiento general de la sexualidad desde la base de que cada persona tiene derecho a escoger y a vivir su orientación u orientaciones como decida. Obligar a alguien a amoldarse a unos roles no deja de ser un modo hipócrita de provocar sufrimiento y desgracia.


Al fin y al cabo, si de felicidad no trata, no es amor.


No hace mucho, una encuesta del Gobierno Vasco ponía de manifiesto el brutal rechazo hacia la homosexualidad expresado, especialmente, por chicos de entre 15 y 20 años.

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