2008/06/25

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  • La futura presidenta
  • Cubanet, 2008-06-25 # Luis Cino · La Habana

No le dé más vueltas al asunto. A Hillary Clinton no la venció el carismático Barak Obama. A la Clinton la derrotó el machismo. La tenaz senadora no consiguió la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos porque los norteamericanos, aun los más liberales, digan lo que digan, están más preparados para ser gobernados por un afro americano que por una mujer.


Hillary Clinton era una buena opción para dirigir el país más poderoso de la Tierra en este particular momento histórico. Tal como van las cosas, el mundo iría mejor si más países fueran gobernados por mujeres. Habría menos guerras, contaminación y hambre.


A través de la historia, las mujeres gobernantes han demostrado ser efectivas. Tienen un raro equilibrio entre la firmeza y la compasión, el ímpetu y la mesura, los sueños y la realidad.


Sólo la presidenta Michelle Bachelet pudo salvar la Cumbre Iberoamericana de Santiago de tanto energúmeno desbocado. Aún en medio del machismo latinoamericano (que a pesar de todo y por increíble que parezca, es menor que el norteamericano) las presidentas funcionan.


Excepto en Argentina. A los argentinos no les bastó con que Estela Martínez y El Brujo López Rega desataran la guerra sucia. Ellos siguen apostando por los disparates peronistas y buscando la nueva Evita. Por eso eligieron a la testaruda Cristina Fernández. Pero Kishner no es Perón, ni Cristina es la Compañera Evita. Su pugna con el campo ya provoca desabastecimiento y cacerolazos. Son sólo un anuncio de lo que puede venir.


A los cubanos, machistas por antonomasia, y precisamente por eso, nos haría falta una mujer que dirija los destinos del país. Tanto machismo de bigote y pelo en pecho (del látigo y el machete al uniforme verde olivo) no nos trajo nada bueno.


Ahora sería el momento de elegir una mujer para que presida la nueva república y ponga su empeño en salvarnos del desastre. Pero no hay nueva república, elecciones, ni mucho menos democracia. Ni soñar por ahora con una candidata de la disidencia. Sólo tenemos a mano a Mariela Castro.


Sería una candidata con muchas posibilidades. Ante todo porque, al ser de la familia, contaría con la aprobación oficial. Sería la única apuesta posible del régimen para someterse a elecciones más o menos normales y no perderlas.


Mariela contaría, además de su sonrisa encantadora, con los votos de los gays y las lesbianas. Hay muchos, aunque no sean mayoría. Están muy agradecidos al CENESEX y dispuestos a olvidar historias antiguas de homofobia, ahora que Mariela hace arriar las banderas del poder machista-leninista.


El resto de los cubanos votaría por cualquier persona menor de 80 años, con rostro humano, capaz de sonreír y que no se crea con el monopolio de la patria y el don de las profecías. Incluso votarían por Mariela. ¿Por qué no?


Tal vez Mariela Castro logre, con su toque femenino y un poco de tolerancia (sólo un poco de la que reserva para la alteridad sexual), suavizar la convivencia, cambiar las relaciones de poder social y la manera de ejercerlo. Algo es algo. Valdría la pena intentarlo. Incluso para la elite gobernante. Atrapados en su laberinto de viejas consignas y fórmulas ineficaces, ¿tendrán de cara al futuro algún candidato que aventaje a Mariela?

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