2008/08/15

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  • La revolución de la familia
  • Mujer Hoy, 2008-08-15 # Beatriz González

Hijos chinos, generaciones fecundadas en el laboratorio, matrimonios gays... Así es la realidad familiar hoy, con distintas estructuras familiares a las que nos acoplamos según las circunstancias personales, pudiendo optar por un amplio abanico de posibilidades. Toda una revolución con sus propias claves. Éstos son los nuevos códigos de la familia.


Famila no hay más que una, y el 99,3% de los españoles formamos parte de alguna. Ésa es una de las conclusiones que destacaba el primer informe anual de la Fundación Acción Familiar. Ahora bien, si la pregunta es cómo es esa familia y cuántos miembros la integran, las respuestas varían y se multiplican. Así se reflejaba en un estudio realizado en el País Vasco por el Eustat, donde se constataba que el 58% de las familias ya no responde a los estándares clásicos de matrimonio con hijos.


Los sociólogos lo llaman “transición demográfica”, y parece que nos encontramos en pleno centro de ella. De esta manera, a la fórmula de matrimonio con hijos se han sumado, y en una proporción considerable, la del adulto separado, divorciado o viudo con hijos, la de los matrimonios en segundas o más nupcias que aportan hijos al nuevo matrimonio, la de las madres solteras, la de los “dinkis” o matrimonios sin descendencia –una fórmula familiar que ha aumentado un 75% en los últimos cinco años–, la de las parejas de hecho, la de los matrimonios del mismo sexo, la de los hijos con dos madres… Así es hoy la realidad familiar.


LA AYUDA DEL LABORATORIO
Hasta hace 25 años, la figura de los padres estaba clara: un hombre y una mujer, por lo general casados, que tenían uno o más hijos. Se entendía que el matrimonio era una especie de unidad de procreación. Sin embargo, las cosas han cambiado. Ahora ninguno de los dos es estrictamente necesario para procrear. Los “imprescindibles” se llaman ovocito, espermatozoide y útero, pero a quién corresponda cada uno es lo de menos. Lo importante es que harán padres a una pareja heterosexual, a una homosexual que recurre a un donante, a una mujer sin pareja que acude a un banco de semen…


Victoria Ana, la primera bebé probeta española, fue la prueba de que era posible ya en el año 1984. Tras ella llegó toda una revolución en el mundo de la reproducción asistida. Una ley normalizó los acontecimientos. Se aprobó cuatro años después, en 1988, y España dio con ella unas muestras de modernidad que superaban a las de la mayoría de Europa, ya que admitía que las mujeres solas pudieran acceder a los tratamientos, sin que su opción sexual fuera un impedimento.


Dicen los estudiosos de la sociedad que el gran salto a las familias modernas llegó con esta revolución científica, en la que también incluyen el descubrimiento de la píldora y los demás métodos anticonceptivos, que potenciaron una cultura de la sexualidad más festiva, no centrada únicamente en la procreación. Y al mismo tiempo supuso nuevas alternativas a la hora de formar familias. Desde entonces, pasar por el dormitorio ya no es un paso previo para tener hijos biológicos. Un laboratorio puede sustituir esa parte.


MONÓGAMOS CON DERECHO A EQUIVOCARSE
Abrió el derecho de los españoles a cambiar de familia o sumar otra a la primera: en julio de 1981 se aprobaba la Ley del Divorcio, y con ella se iniciaban muchos cambios. Porque al poder hacer uso, de este derecho, no sólo multiplicábamos las posibilidades para formar familias, sino que además algunos pudieron legalizar una situación que vivían oculta desde hacía años.


Pero que rompamos nuestros matrimonios no significa que la familia haya entrado en crisis. Por más que actualmente una pareja se divorcie cada 3,7 minutos en nuestro país, lo cierto es que nos sigue gustando casarnos. Un dato que lo pone de manifiesto es que, a pesar de que ahora existan otras fórmulas para unirse a la pareja, el número de matrimonios se ha mantenido estable en los últimos 25 años (alrededor de 200.000 anuales según el Instituto de Política Familiar). Es una de las razones por las que los sociólogos aseguran que la estructura familiar no está en crisis. Más bien al contrario: es el ideal al que aspiramos. “Nos gusta la familia, la mayoría aspira a formar una”, explica el sociólogo Antonio López Peláez, profesor de Tendencias Sociales y director del centro asociado de la UNED en Segovia. “Aunque una familia estalle, los que han dejado de formar parte de ella buscan una nueva, por lo que los matrimonios se multiplican en esa búsqueda del ideal. Si preguntas a un divorciado, para la mayoría su sueño no es la soltería, sino una mejor relación de pareja, que seguirá buscando casándose las veces que haga falta hasta encontrarla”, asegura este especialista.


¿MEJOR SOLOS QUE MAL ACOMPAÑADOS?
Distintos estudios concluyen que el hombre es más feliz viviendo en familia y así lo constata el sociólogo e investigador norteamericano Robert Putnam en su popular libro “Solo en la bolera”. En esta obra, además, el experto certifica, tras varias investigaciones, que cada vez somos más infelices –los índices de depresiones, por poner un ejemplo, se han multiplicado–.


Las principales causas son, según el autor, el hiperindividualismo y las escasas relaciones humanas que mantenemos en la actualidad. Es decir, cuanto más nos relacionemos con la comunidad que nos rodea, y la familia es un punto fundamental de ella, más felices seremos.


Otro factor a tener en cuenta es que parece que el tipo de familia también forma parte de la clave de la felicidad personal. Por ejemplo, según los resultados de una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, las monoparentales presentan un grado menor de satisfacción existencial que las biparentales.


SIN SECRETOS
Aventuras extraconyugales, hijos nacidos fuera del matrimonio, extravíos diversos… Eran algunos de los secretos que se guardaban bajo llave hasta bien avanzado el siglo XX. Sin embargo, a principios de los 80 muchos declararon la guerra a esas conductas silenciosas que se salían de lo políticamente correcto y se empezaron a abrir las cajas de nuestros secretos. Algo a lo que ayudó la reforma del Código Civil de 1981, en la que, por ejemplo, se borraba la figura del hijo ilegítimo y por fin dejaba de considerarse una vergüenza. “Si mi conducta está amparada por un marco normativo, me siento más legitimado para llevarla a cabo. La mayoría de las veces lo que hacen las leyes es ayudar a normalizar comportamientos que ya existían”, explica el psicólogo clínico José González.


Así, los secretos de familia, que habían gozado de muy buena salud hasta esa fecha, empezaron a hacerse públicos poco a poco, a la vez que disminuía el pudor por contarlos. Y actualmente no sólo no importa que se sepan, sino que muchas veces los interesados los difunden en medios de comunicación de gran audiencia para saber sobre ellos. Hijos que buscan a sus padres a través de programas de televisión, foros de internet en los que se pregunta por una segunda familia de la que no se sabía nada… Cuanto más público sea el secreto, más probabilidades habrá de conseguir información sobre él.


TÚ EL BAÑO Y YO EL SALÓN

No es que ahora los integrantes de una pareja se jueguen a pares y nones a quién le toca ponerse el delantal o cojan el plumero alternativamente, pero empiezan a compartirse algunas responsabilidades domésticas, entre ellas el cuidado de los hijos. El primer paso simbólico se dio con la reforma del Código Civil de hace tres años. Hasta entonces, el artículo 68 establecía que los cónyuges “están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente”. Pero con la reforma del divorcio se aprovechó para añadir que “deberán compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo”.


Más tarde llegó la Ley de Igualdad, que entró en vigor en marzo del pasado año. La entonces secretaria general de Políticas de Igualdad, Soledad Murillo, declaraba que uno de los principales objetivos de la norma era “eliminar los prejuicios respecto a que la mujer es la única responsable del cuidado de niños y mayores”.


LA PAELLA DE LOS DOMINGOS
Una imagen: a una mesa presidida por la abuela y su segundo marido se sientan el nieto soltero con su bebé chino, la nuera y los hijos de su anterior matrimonio, el hijo y su marido y la nieta que es, además, madre soltera. Y no porque vayan a hablar de temas de herencia o sea el cumpleaños de la matriarca de la familia. Simplemente, es domingo. Y la paella familiar no perdona. Es decir, por mucho que nos hayamos modernizado y diversificado a la hora de formar familias, mantenemos ciertos valores, y las tradiciones juegan un papel importante en ellos.


Se trata de una cuestión de identidad, de querer remarcar que pertenecemos a un núcleo familiar. De ahí que, aunque haya peleas y discusiones entre hermanos, yernos y cuñados, optamos por aparcarlas si se trata de mantener una costumbre familiar. Por eso, sólo el 3% de los españoles no trincha el pavo en familia el día de Nochebuena, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Igual que casi todos seguimos tomando las uvas con la familia: el 81% de los españoles lo hace.


UNA CIGÜEÑA VIAJERA
España tiene la tasa de adopciones más alta del mundo (12,3 por cada 100.000 habitantes) y tan sólo el 10% de ellas son nacionales. Por eso, la sociedad española no se extraña de que niños de origen chino, ruso, etíope o guineano se apelliden García o López.


El fenómeno comenzó en 1987, cuando entró en vigor la Ley de Adopciones, recientemente reformada. Ya entonces se reconoció el derecho de adoptar a matrimonios y parejas heterosexuales, pero al mismo se permitía la adopción individual, y no se hacía referencia a la orientación sexual del solicitante, por lo que se abrió la posibilidad a que gays y lesbianas fueran padres de niños adoptados.


Desde entonces, la adopción es otra de las claves de las nuevas familias, en donde la multiculturalidad es un factor característico. Gracias a ella, cada año se convierten en padres más de 5.000 personas y parejas en España.


EL REY DE LA CASA
Si algo caracteriza a los hijos del siglo XXI es que han sido muy deseados. De ahí que en muchas familias se erijan en reyes de la casa: se han convertido en los que deciden la compra de los padres y “el todo por ellos y para ellos” es el lema imperante.


Sin embargo, el ideal que los padres habían soñado puede distar bastante de la realidad, porque el hecho de que el mundo gire en torno a los hijos puede convertirlos en una especie de pequeños dictadores. Así lo cree el psicólogo Javier Urra, que asegura que en las consultas infantiles se observa cada vez con más frecuencia la aparición de “pequeños tiranos” que imponen su ley en el hogar.


Por eso, aunque el sueño de tener un hijo sigue presente en la mayoría de las parejas, son cada vez más los que se apuntan a la frase de Balzac:“Los que no tienen hijos ignoran muchos placeres, pero también se evitan muchos dolores”. Es la máxima de los “dinkis” o parejas sin hijos, que suponen ya un número considerable en nuestro país: el 4,3% de la población mayor de edad en España forma parte de este nuevo grupo.


ABUELOS CANGURO
Los nuevos tiempos han dado un lugar protagonista a los abuelos. Es culpa de la revolución educativa –gracias a la que las mujeres empezamos a estudiar en masa–, a la que siguió la del mundo laboral, que abrió las puertas a la mujer en el trabajo casi en condiciones de igualdad (algo que todavía está por llegar). Eso supuso que alguien tenía que cuidar de los hijos mientras los padres trabajaban, y los abuelos empezaron a tener así un papel fundamental en la conciliación de los dos ámbitos, el laboral y el familiar.


En otros países, como Estados Unidos, es habitual que los abuelos reciban una remuneración de sus hijos por responsabilizarse del cuidado de los nietos. De hecho, los abuelos norteamericanos suelen tener un seguro sobre esta actividad para evitar posibles reclamaciones y demandas por parte de los padres. Aunque en España no se ha llegado a tanto, sí es cierto que cada vez son más los progenitores que, si tienen posibilidad de hacerlo, sustituyen a la canguro por los abuelos.

AMOR EN LA WEB
Quien quiera formar una familia tiene ahora un campo mucho más amplio que hace décadas, cuando las posibilidades de conocer a la madre o al padre de los futuros hijos se reducían a la oficina, la discoteca o el barrio donde se vivía. Gracias a la red de redes, internet, las posibilidades se han multiplicado. Por eso, los foros de los internautas se han consolidado como el Cupido del siglo XXI, ya que, además de ampliar el abanico de opciones (sólo en España hay 1.884.419 personas dispuestas a explorar el amor “internaútico”), ofrece muchas ventajas: es sencillo, anónimo, muy cómodo y está completamente libre de prejuicios.


Así, si antes muchos catalogaban de raros a quienes acudían a una agencia matrimonial para encontrar a su media naranja y poder formar al fin la tan ansiada familia, ahora pocos tachan de desesperados a quienes buscan o encuentran el amor gracias a las páginas web y los correos electrónicos. Más que nada, porque son muchos los que recurren a este sistema. Según los últimos datos, en España 400.000 personas usan este sistema cada año.

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