2008/04/18

> Iritzia: Luis Foncillas > YO TAMBIEN FUI VICTIMA DEL ABUSO SEXUAL

  • Yo también fui víctima de abuso sexual
  • Un vasco en Nueva York, 2008-04-18 # Luis Foncillas

Acabo de enviar la crónica a Radio Euskadi en la que contaba que el Papa se ha reunido en secreto y, por sorpresa --al menos para los medios de comunicación-- con víctimas de abusos sexuales a manos de curas pederastas.


He cubierto en varias ocasiones el asunto de las víctimas y los arreglos a los que han llegado con muchas de ellas en diferentes tribunales de justicia y es que, en EEUU, hay más de 4.000 víctimas de abusos por parte de sacerdotes “malos”, que buenos también los hay.


Ya sé que el titular de este post llama la atención y que más de una habrá pensado que, como hago a veces, he querido llamar la atención del lector pero, por desgracia, en este caso es verdad. Ocurrió cuando tenía 16 años, creo. Muchos chavales a esa edad, hoy en día, son muy maduros. Yo lo era en un sentido pero del tema sexual no tenía ni idea. Sabía que me atraían más los chicos que las chicas, nunca había tenido relaciones sexuales y pensaba que la atracción hacia personas de mi mismo sexo era algo pasajero. Siempre he creído que gay se nace, no se hace.


El caso es que cuando estudiaba en el instituto me hice amigo del cura que nos daba clase de religión, un tipo que entonces me parecía muy majo, poco agraciado físicamente pero culto e inteligente. Es este un asunto del que he hablado en pocas ocasiones, creo que ni mis mejores amigos lo saben aunque personalmente no lo rehuyo y viene a mi cabeza cada vez que me toca cubrir este tipo de noticias o leo algo relacionado con las víctimas estadounidenses.


Creo, aunque puedo estar equivocado, que en Euskal Herria no han salido a la luz casos como el mío. Como decía, el profesor de religión –es curioso, se me ha olvidado su nombre por completo--, me invitó un sábado por la tarde a ir a su casa a tomar algo. Me acuerdo del cuarto de estar de su casa, de su sofá y de que comenzó a besarme, a sudar y a jadear. Me quedé petrificado y no supe qué hacer aunque recuerdo que el contacto de su barba con mi cara imberbe me gustó. Quizás por eso, y por el terrible sentimiento de culpabilidad que me entró, nunca dije nada. Pero mi madre se enteró y denunció el caso ante el Obispado de Pamplona-Iruña. El cura desapareció del instituto; supongo que, como a tantos otros en este país, le trasladaron a otro colegio en el que pudo seguir abusando de chavales inocentes y confundidos como yo.


Tengo conciencia de que en una ocasión estuve en el despacho del Obispo, creo que en compañía de mi madre pero no estoy del todo seguro de si ella me acompañaba; tampoco me acuerdo de qué me dijo el Obispo, cuyo nombre sí recuerdo.


Hoy en día vivo mi sexualidad, mi homosexualidad, con naturalidad, sin hacer alarde pero sin ocultarla lo más mínimo. Creo que el incidente aquél, que mi cabeza ha borrado parcialmente y recuerdo como si de una nebulosa se tratara, no afectó en absoluto a mi tendencia sexual, que ha sido la que tenía que ser. Tampoco miro hacia atrás con ira ni con deseos de venganza. De hecho sigo sintiendo mucha pena por ese cura que, al contrario de mí, no puede llevar una vida sexual sana, normal y corriente.


Y no, nunca he pensado en formar una asociación vasca de víctimas de los abusos sexuales del clero ni en pedir indemnizaciones al Obispado, aunque ahora que lo pienso…

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