2008/10/09

> Berria: Terminologia > DEFINITIVAMENTE, "MIEMBRAS" NO EXISTE

  • Definitivamente, 'miembras' no existe
  • La decisión adoptada quiere 'respetar el castellano'
  • Para el Congreso no quedará rastro de una palabra que se dijo y que hizo historia
  • El Mundo, 2008-10-09 # Rafael J. Alvarez · Manuel Sánchez · Madrid

Lunes 9 de junio de 2008. Congreso de los Diputados. 17.15 horas. Habla Bibiana Aído: "Estoy convencida de que el compromiso con la igualdad de los miembros y miembras de esta Comisión será muy relevante a la hora de conseguir los objetivos que la sociedad española nos está reclamando".


Ayer, a cualquier hora. Acta oficial del Diario de Sesiones de la Comisión de Igualdad del 9 de junio de 2008 colgada en la web del Congreso: "Estoy convencida de que el compromiso con la igualdad de los miembros de esta Comisión será muy relevante a la hora de conseguir los objetivos que la sociedad española nos está reclamando". Agudeza visual: averiguar en menos de seis renglones cuál es la diferencia...


Taquigráficamente hablando, la diferencia es que el lenguaje no hace diferencias. Ellas están dentro de ellos, todos en el mismo saco. Hay 'miembras' a viva voz, pero no hay miembras por escrito. Así lo quiere el Congreso de los Diputados, que ha suprimido de la transcripción textual de la comparecencia de la ministra de Igualdad de aquel día una palabra que sí pronunció la ministra de Igualdad aquel día: 'Miembra'.


Los servicios de taquigrafía del Congreso registran la literalidad de todo lo que se habla en una intervención, pregunta parlamentaria o comparecencia. Es curioso ver cómo, a lo largo de cualquier sesión, las taquígrafas (abrumadora mayoría femenina en ese mundo de teclas imposibles) no pierden palabra y se van relevando unas a otras, armadas con unos cachivaches de los que cuelgan rollos de papel con lo dicho tal cual sólo un rato antes. Cuando la sesión termina, lo apuntado se transcribe para que quede en acta oficial. Pero no siempre lo que acaba publicado es lo que se dijo literalmente.


Ocurre con los acentos, los dejes regionales. Si un diputado suelta Egggpaña, una taquígrafa escribirá España. Que se lo digan a Bono. Ocurre hasta con lo que no se dice, pero sí se oye. Por ejemplo, cuando las actas del Diario de Sesiones señalan, siempre entre paréntesis, la palabra aplausos. Y ocurre con la sacralidad académica, la corrección lingüística, la pulcritud tan poco movible. La costumbre de los taquígrafos es no reflejar palabras que no estén en el DRAE, el Diccionario de la Real Academia Española.


Una costumbre, no una norma
Bien. Pero es sólo una costumbre, no una ley. No siempre lo que está en las actas está en el diccionario. Por ejemplo, SMS se ha transcrito textualmente: en el Boletín Oficial de las Cortes aparece una pregunta parlamentaria del diputado Miguel Ángel Heredia sobre "información de prestaciones de la Seguridad Social a través de SMS". Está en el Boletín del 27 de junio de 2008, sólo 18 días después del caso 'miembra'.


El asunto que nos ocupa cumplía a medias la costumbre taquigráfica del Congreso. No está el término 'miembra' en el DRAE, pero sí se dijo en sede parlamentaria. ¿Qué hacer?


La pregunta se posó entre las taquígrafas (son mayoría y marcan el género, que es lo que quiso poner de manifiesto la ministra al comprobar que el 90% de la comisión estaba formada por mujeres) que debían pasar al acta oficial el resultado de aquella tarde incendiaria. La decisión fue respetar el "correcto castellano".


Fuentes del Congreso cuentan hoy que, al día siguiente de la polémica, "hubo debate y discusiones" sobre la aparición o no de la palabra y había que respetar o no lo que quería decir Aído. "Una parte opinaba que había que respetar lo que la ministra había dicho conscientemente. Es decir, que no fue un 'lapsus'. De hecho, al día siguiente, ella defendió el uso de esa palabra y propuso su inclusión en el diccionario. Pero otros decían que 'miembra' no está en el diccionario, que era una invención y que no debía aparecer porque no pertenece a ninguna lengua".


Para la historia escrita del Congreso no quedará rastro alguno de una palabra que se dijo en el Congreso y que hizo historia. Sin que la ministra haya pedido su rectificación, que es la única vía por la que se pueden modificar las actas del Congreso de los Diputados.


Cuando los colegios del futuro hagan excursiones a las tripas de los leones de Las Cortes, ningún alumno encontrará algo que quizá le contó su abuelo. O su abuela.

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