2008/12/31

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  • Un alcalde del PP exculpa a un agresor sexual
  • Dice que las mujeres están "sobreprotegidas" por la ley
  • Público, 2008-12-31 # Justino Sanchón • Villalón (Valladolid)
Javier Mazariegos es alcalde de Villalón de Campos (Valladolid) desde 1999. Y desde entonces es amigo del alguacil del Ayuntamiento, a quien defiende en cualquier lugar que se le pregunte. Incluso sale en su apoyo en momentos complicados, como puede ser una condena firme por agresión sexual. Pero no sólo le muestra su solidaridad de palabra, también lo hace por escrito. Es de los pocos del municipio que se atreve a hacerlo. Otros callan. Muchos miran para otro lado. Casi nadie de Villalón quiere hablar ni de la condena ni de los hechos juzgados, la agresión sexual a una empleada municipal.

Ahora, el alcalde ha enviado un escrito al rey en el que pide el indulto para el alguacil. Y lo justifica públicamente, en Radio Valladolid, al preguntarse: "¿Cómo una persona puede seguir siendo amiga de su violador? Yo los he visto (al agresor y a la víctima) reírse y estar juntos después que ocurrieran supuestamente esos hechos".

Respecto a la condena, Javier Mazariegos asegura que se debe a que los abogados "han sido muy hábiles". Y, también, a que hay una ley que "en estos momentos ampara y sobreprotege a las mujeres". Además, ante un periódico de Valladolid se ratifica y asegura que "hay casos en los que así ocurre".

El alcalde dice no temer que lo destituyan por la defensa del alguacil: "Que me juzguen por ello. Si han echado a la presidenta de Cruz Roja de Villalón por firmar la petición de indulto, que me echen a mí como alcalde".

El pasado julio, el Tribunal Supremo ratificó la sentencia de la Audiencia de Valladolid, que condenaba al alguacil a una pena de siete años de prisión y a pagar durante seis meses una cuota diaria de seis euros.

Se considera probado que desde 1997, el condenado proponía a la víctima relaciones sexuales, a la vez que proyectaba películas pornográficas, se bajaba los pantalones y se masturbaba en su presencia, solicitándole la realización de sexo oral y amenazándola con hacer lo posible para que la echaran del trabajo si lo contaba.

El 15 de enero de 2009 está marcado en rojo en la agenda de Carla, una lesbiana paraguaya de 24 años que llegó a España hace un año y medio. Ese día sabrá si España acepta su solicitud de asilo por condición sexual, el motivo que le obligó a abandonar su país y que truncó su ilusión de ser futbolista profesional en la liga de su país, donde apenas jugó unos partidos.

"Los dos últimos años en Paraguay fueron los peores. Allí todo el mundo se conoce y me tiraban cosas por la calle", recuerda. Antes, sus años en el colegio habían sido "una auténtica odisea". Al llegar a clase, encontraba insultos pintados en la pizarra y cuando hizo pública su condición sexual a los 16 años, le expulsaron del equipo de fútbol de la escuela por ser una "persona inmoral". Los últimos cuatro meses los pasó sin ir al colegio y su carrera futbolística se vio truncada "porque no podía aguantar la presión". Consiguió una beca para estudiar en La Habana y se marchó a Cuba, donde vivió durante cinco años.

Las noticias de televisión e Internet le descubrieron las reformas legales que se estaban produciendo en España y aprovechó una visita de 15 días a Madrid para quedarse en el país. "Veía a escondidas los desfiles del día del orgullo gay y me moría de ganas por estar ahí", recuerda.

Al llegar, un abogado le explicó los pros y contras de solicitar el asilo, pero no lo dudó. "No podré volver a Paraguay, pero aquí tengo los mismos derechos que cualquier otra persona. No depende del dinero que tengas para sobornar a un funcionario".

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