2008/01/06

> Berria: Arrazakeria > ACTA DEL MALLORCA-BARÇA RECOGE LOS GRITOS RACISTAS CONTRA TOURE YAYA

  • El Mallorca se enfrenta a una posible sanción
  • El acta del Mallorca-Barça recoge los gritos xenófobos contra Touré Yayá en Son Moix
  • El Mundo, 2008-01-06 # Europa Press · Palma de Mallorca

El árbitro andaluz Rafael Ramírez Domínguez reflejó en el acta del partido que enfrentó al Mallorca y al Barcelona en el Ono Estadi que, cuando se estaba realizando la sustitución del jugador azulgrana Touré Yayá, se escucharon gritos de caracter racista en las gradas.


Concretamente, el colegiado cordobés explica que "desde un sector del público se gritaba: 'negro, negro, negro...' hasta que abandonó el terreno de juego", en el minuto 70 para ser suplido por Edmilson.


Este comportamiento del público contra el jugador de Costa de Marfil podría acarrearle alguna sanción del Comité Nacional contra la Violencia al equipo insular.


El Barcelona ha estado ligado íntimamente a las polémicas racistas en el fútbol español. En la temporada 2005-2006, el Getafe fue sancionado con 3.000 euros de multa cuando el público del Coliseum Alfonso Pérez 'dedicó' cánticos racistas a Samuel Eto'o y el mismo delantero camerunés se negó a continuar jugando en La Romareda antes los gritos xenófobos que llegaban desde la grada.

> Berria: UNAF · FMP · FAMSD > ¿CON QUE AUTORIDAD?

  • ¿Con qué autoridad?
  • Público, 2008-01-06 # Juana Angulo Fernández · Unión Nacional de Asociaciones Familiares (UNAF) / Yolanda Besteiro de la Fuente · Federación de Mujeres Progresistas (FMP) / Ana Mª Pérez del Campo Noriega · Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas

Los obispos se han lanzado a la calle. No es la primera vez. Pero esta vez lo han hecho con todo descaro, no agazapados, sino convocando al pueblo a manifestarse. Y le han hablado. Micrófono en mano, atronando a la gente con sus soflamas. Y le han dicho cosas tremebundas. Mas lo importante no es que hayan intentado dividir, sembrando la discordia entre la población diciéndole cosas tremendas. Lo que importa es el género de cosas sobre las cuales han vociferado los obispos. Somos muchas las entidades, organizaciones y organismos que nos manifestamos en la calle para decir a la ciudadanía lo que nos corresponde según la representación que ostentamos. Que en un caso serán los intereses de los trabajadores o los del mercado y el capital; en otro serán los intereses de España en Europa y en el mundo; la orientación política del país, la interpretación gubernamental de las normas constitucionales, la defensa ética de la sociedad, la lucha contra el terrorismo etarra o el machista, el No a la Guerra, etc.; en fin, cosas que a todos nos atañen, y a las que la representación de nuestras organizaciones convocantes está autorizada por el hecho de haber sido democráticamente elegida para ello.


Los representantes de los partidos políticos no se atreverían a convocar manifestaciones callejeras para recabar la subida salarial de los obreros del metal, porque ésa es competencia de los sindicatos. De la misma manera que las representaciones de las ONG de Mujeres no se lanzarían a reivindicar en concentraciones callejeras la reforma del Reglamento del Senado, para lo que tampoco están autorizadas por sus respectivos estatutos. En cambio, esas mismas ONG podrían legítimamente recabar en manifestaciones públicas la reforma de leyes como la de divorcio o la del aborto, porque ambas son cuestiones que directa y estatutariamente les conciernen como colectivo social.


Pues bien, en la última concentración convocada por los obispos españoles, lo que éstos lanzaron a la multitud fue todo un género de ataques a la labor de la actual legislatura, a la interpretación de los legisladores sobre las normas constitucionales, a la aplicación de los derechos humanos, o a la discrepancia de la política gubernamental con la moral católica sobre la familia. Pero los oradores, que podían haber dicho todas esas cosas con todo su derecho desde los púlpitos en sus templos y catedrales, cometieron el gravísimo atentado de abrir debate público con semejantes diatribas sin autoridad legítima alguna para ello, visto que ninguno de los prelados disponía de la elección del pueblo soberano para desempeñar semejante cometido en espacio público del Estado democrático y social de Derecho que es España por virtud del artículo 1 de la Constitución vigente.


Los obispos y prelados convocantes de la asamblea a cielo abierto de la plaza madrileña de Colón, y los oradores que en el acto se expresaron, lo hacían arrogándose la autoridad moral de una religión que no está reconocida constitucionalmente como oficial del Estado, y por la potestad autocrática de una ficción jurídica que es el Estado de la Ciudad del Vaticano, con la intrusión del jefe de dicho sedicente Estado en el acto multitudinario por el moderno sistema de la videocomunicación, rompiendo normas fundamentales que el ordenamiento español reprueba. Ni los convocantes del acto podían escudarse en el derecho a la libertad de expresión, dado que no se expresaron como ciudadanos particulares sino revestidos de los signos distintivos de su religión y como jerarcas de su Iglesia; es decir, en nombre y por cuenta de la organización que representan, a tales efectos como cualquier ONG, que es lo que en el Estado de derecho no confesional son las diferentes confesiones religiosas. Y tampoco pueden invocar los aludidos cardenales de la Iglesia católica y los obispos de la Conferencia Episcopal Española sus aportaciones de cooperación con los fines sociales del Estado a que se refiere el artículo 16.3 de la Constitución, cuando la línea directriz y la práctica totalidad de los mensajes lanzados a la multitud no fueron precisamente de colaboración –sino más bien de extorsión– al estar abiertamente dirigidos a combatir al Gobierno legítimo elegido por los españoles, y en una sintonía política perfectamente identificable con las tesis doctrinales y las consignas sostenidas en la presente legislatura por el primer partido de la oposición.


Frente a un suceso tan grave de la vida nacional, no cabe más que la defensa contundente de parte del Gobierno. Como se haría con cualquier otra intromisión asamblearia semejante en la política nacional bajo los signos y jerarquías de cualesquiera de las otras asociaciones religiosas reconocidas, incluida videoconferencia de un jefe del Estado extranjero. ¿O soportaría el atentado a su independencia política un Gobierno de España impasible, sin proceder a llamar de inmediato a consultas a su embajador correspondiente para revisar con toda urgencia la crisis internacional abierta? En el caso de las relaciones España-Vaticano la solución es clara: la denuncia formal de los Acuerdos concordatarios de 1979, como enteramente incompatibles con los artículos de la Constitución que antes se han citado, dado el menosprecio que la Iglesia demuestra haber hecho de los mismos. Lo reclama la dignidad del Estado. El más elemental sentido de la democracia. Y el derecho de los ciudadanos.

> Iritzia: Julen Zabala · EHGAM > "SI, SOY MARICON"

  • "Sí, soy maricón"
  • EHGAM-DOK, 2008-01-06 # Julen Zabala · Militante de EHGAM
El pasado 3 de enero quienes acudimos a la concentración convocada por Kattalingorri –el centro de atención a gays, lesbianas y transexuales de la capital navarra— para denunciar, desgraciadamente una vez más, una brutal agresión homófoba, tuvimos la satisfacción de poder mostrar nuestra solidaridad a David, el joven agredido, sin que nos importara lo más mínimo el desapacible anochecer que caía sobre Iruñea.

Cuando días antes trascendió la noticia desde diferentes medios de comunicación un terrible escalofrío volvió a recorrer nuestro cuerpo. Quienes nos sentimos gays, lesbianas, transexuales, etc., o simplemente diferentes a lo que la heteronorma nos dicta, sufrimos como propia cualquier agresión de este tipo.

Las organizaciones que llevamos tanto tiempo luchando contra la discriminación, como EHGAM desde hace más de treinta años, tenemos claro desde el inicio que ninguna persona debería sufrir por su condición –sexual o de cualquier otro tipo—en ninguna circunstancia. Pero, lamentablemente, sigue sucediendo y con una frecuencia más que alarmante, aunque en pocas ocasiones trasciende a la opinión pública.

De poco sirve, seguimos reflexionando, que se hayan conseguido ciertos avances legales, reconocimientos sociales y algunos referentes, si a la hora de la verdad las estructuras heterofascistas siguen prácticamente intactas en nuestra sociedad.

Un joven como David tiene todo el derecho del mundo a poder presentarse tal y como es allá donde decida, a cualquier hora del día o de la noche, y frente a cualquier persona. Aquí y ahora y ante quien sea, debemos poder alzar nuestra voz para decir sin temor alguno: “sí, soy maricón, ¿y qué?”, “sí, soy bollera, ¿pasa algo?”, “sí, soy trans, ¿te importa?”.

Tenemos que reconocer el valor de David, no sólo por dar a conocer públicamente su condición a su edad, sino por afrontar la agresión homófoba que ha sufrido con la mayor dignidad: de frente, denunciándola y haciéndolo, además, en los medios y presentándose –todavía maltrecho—en la concentración convocada por Kattalingorri. Esta denuncia es en sí misma un síntoma de que avanzamos, sin duda, pero debemos reconocérselo en su justa medida.

Sabemos las dificultades para presentar cualquier denuncia y, aún más, en los casos de agresiones heterofascistas, ya sean homófobas, lesbófobas, tránsfobas, (hetero)sexistas, machistas… Y más aún cuando no haya quien lo atestigüe. Se necesita, sin duda, mucha valentía para superar infinitos miedos tanto personales como sociales. Pero no hay otro camino.

Aunque demasiadas veces este camino sea insuficiente, resulta imprescindible para iniciar la identificación de los agresores y el proceso judicial correspondiente. Incomprensiblemente y a pesar de la alarma social que sigue en ocasiones a este tipo de agresiones –recordemos las terribles imágenes del caso de Sergi Xavier Martín que agredió a una joven en un tren en Barcelona el pasado 7 de octubre—los culpables pueden seguir en la calle como si nada hubiera pasado. Apelamos a las instancias judiciales a que den una respuesta inmediata y una condena ejemplar ante estos sucesos.

La agresión, entre gritos de “maricón de mierda”, que sufrió David la madrugada del 27 de diciembre coincide, cómo no, con lamentables declaraciones de jerarcas de la iglesia católica. Bernardo Alvarez, desde su púlpito de Tenerife, afirmó unas horas antes que la homosexualidad perjudica a las personas y a la sociedad, tildándola de enfermedad, considerando, sin ningún rubor, que el 94% de los homosexuales lo son por vicio y justificando los abusos a menores, porque “si te descuidas, te provocan”.

Unos días más tarde, en la “oración” por la familia cristiana y con la bendición papal, otros jerarcas tomaron el testigo. Rouco Varela arremetió contra las políticas en materia de familia, como el matrimonio de personas del mismo sexo o la simplificación del divorcio, que suponen, según dijo, “una marcha atrás en los derechos humanos”.

García-Gasco criticó lo que considera la cultura del laicismo, un fraude que sólo conduce a la desesperación por el camino del aborto, el divorcio y “las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes", por lo que "nos dirigimos a la disolución de la democracia". Cañizares, por su parte, aseguró que la familia está bajo "amenazas claras y ataques de gran calado", que suponen un "ataque grave para el futuro de la sociedad".

Pero no nos engañamos. Aunque hay quienes consideran que no se trata más que de muestras del fanatismo de una parte de la jerarquía católica y de que caben otras posturas dentro de una misma iglesia, el silencio nos confirma de que quien calla, otorga.

Las palabras del tal Blázquez, a la sazón presidente episcopal y representante al parecer de la moderación, que pronunció en la misma “oración” del 30 de diciembre, no dejan la menor duda. "Se quiere desacreditar a la familia cristiana contraponiéndola a una supuesta familia moderna" afirmó, censurando todas las leyes que ignoran que no hay más modelo de familia posible que el que "está fundado por el matrimonio como unión estable entre un hombre y una mujer".

Lo que nos queda bien claro es que la homosexualidad, como por ejemplo la igualdad de la mujer, no tiene sitio posible en esta iglesia y que el cielo católico –pero el de prácticamente todas las iglesias e incluso religiones—es un infierno terrenal para gays, lesbianas y transexuales.

Es hora de poner freno a estos ataques permanentes. Todas las fuerzas progresistas y los movimientos sociales deben implicarse al máximo para erradicar para siempre esta plaga e implantar una sociedad verdaderamente laica. Este fanatismo de la jerarquía católica, el silencio cómplice y el seguidismo de otros sectores ultras promueven, sin duda alguna, actitudes de homofobia, lesbofobia, transfobia, (hetero)sexismo y machismo, cuyo resultado final no es sino insultos, agresiones e, incluso, crímenes de odio.

Instituciones que no creen ni en los Derechos Humanos ni en la igualdad ni en la diversidad, que siguen discriminando a la mujer y considerando la homosexualidad como enfermedad, deben ser en cualquier circunstancia despreciadas socialmente y arrinconadas institucionalmente: por de pronto, no pueden seguir recibiendo financiación pública ni ostentando papel alguno en el sistema educativo.

La actitud ejemplar del joven David ante la brutal agresión homófoba que sufrió debe hacer reflexionar a toda la sociedad. Su testimonio es una lección inestimable, una lección que a no tardar debe incorporarse en asignaturas como Educación para la Ciudadanía a la hora de tratar temas como la homofobia. Sólo desde el sistema educativo y desde la pedagogía social conseguiremos que hechos como el denunciado no vuelvan a repetirse.

Si fuera necesario acceder a la ciudadanía mediante un carnet por puntos, a David le sobrarían muchísimos. Pero, parafraseando sus mismos versículos, sería más fácil que un camello pasase por el ojo de una aguja a que esa jerarquía católica impresentable e indecente obtuviera su condición de ciudadanía.

Quienes queremos seguir viviendo con la cabeza muy alta y disfrutando de la libertad que nos permite decir con orgullo “sí, soy maricón”, “sí, soy bollera” o “sí, soy trans”, pese a quien pese, deseamos transmitir a David nuestro apoyo, afecto y solidaridad. Quienes, como él, sufren o vayan a sufrir por su condición, sepan que tienen cabida en nuestra familia, que aunque le duela al Goliat heterofascista, es también una gran familia, una familia que tiene por bandera el respeto a la diferencia y a la diversidad.

> Iritzia: Juan A. Martínez Camino > EL MATRIMONIO YA NO EXISTE LEGALMENTE

  • El Matrimonio ya no existe legalmente
  • El secretario general de la Conferencia Episcopal expone la verdadera trascendencia que, a su juicio, tienen las reformas jurídicas sobre el matrimonio, que en los últimos días han llevado a las calles a la Iglesia Católica en contra del Gobierno
  • El Mundo, 2008-01-06 # Juan A. Martínez Camino

Los promotores de la actual legislación española sobre el matrimonio pretenden hacer creer a la gente que es la más beneficiosa que existe en el mundo, puesto que -según repiten machaconamente- habría «extendido el derecho» a contraer matrimonio a quienes desean hacerlo con otra persona de su mismo sexo. Suelen añadir que de este modo las «uniones homosexuales» han sido -por fin- plenamente equiparadas al matrimonio y que se ha logrado eliminar la discriminación que siempre habrían sufrido ciertas minorías. Y todo, sin perjuicio para nadie. Son frases que pueden sonar bien, pero que enmascaran una lacerante realidad, muy distinta.


No es cierto que las uniones homosexuales hayan sido equiparadas al matrimonio. La Ley de Reforma del Código Civil en Materia de Matrimonio (13/2005) ha hecho justamente lo contrario: ha equiparado el matrimonio a las uniones de personas del mismo sexo. Y aquí, el orden de factores altera radicalmente el producto. El «matrimonio» resultante de esa operación legal ya no es la unión de un varón y de una mujer, sino la unión de cualesquiera ciudadanos. Queda así desnaturalizado por completo, en su especificidad, el contrato al que todas las legislaciones del mundo han llamado matrimonio, antes y después de Cristo. De modo que no es en absoluto exagerado decir -aunque comprendo que pueda parecerlo- que en España el matrimonio ha dejado de existir legalmente, puesto que, bajo ese nombre, el Código Civil actual entiende la unión de cualesquiera personas, con total independencia de su identidad sexual.


En otros países (poquísimos) sí se han equiparado las uniones de personas del mismo sexo al matrimonio. No es que nos parezca tampoco nada justo, pero es ciertamente otra cosa. Allí el matrimonio sigue siendo la unión de un varón y de una mujer, del esposo y de la esposa, y las leyes se han limitado a declarar que las uniones de personas del mismo sexo gozan plenamente -en algún raro caso de equiparación plena- de los mismos derechos que el matrimonio.


En cambio, la mencionada Ley de Reforma del Código Civil -aprobada, por cierto, con una escasa mayoría en el Congreso y con el voto en contra del Senado- se ha permitido evacuar el contenido específico del contrato matrimonial por un método tan simple como devastador. A saber: eliminando del título correspondiente del Código las palabras «esposo/esposa» o «marido/mujer» y sustituyéndolas por «cónyuges», un término genérico que se salta la diferencia cualitativa entre el varón y la mujer. La misma suerte corrieron las palabras «padre» y «madre», que son reemplazadas por la palabra «progenitor». Luego hubo que precisar algo más y cuantificar lo que antes eran cualidades distintas y en los registros civiles leemos «cónyuge A» y «cónyuge B», en lugar de esposo y esposa. Procedimiento ridículo y triste, pero necesario para evitar esas palabras sagradas, que se han vuelto nefandas para la ideología de género que ha copado las leyes españolas.


El matrimonio, pues, ha sido equiparado a una unión asexuada de «cónyuges» y/o de «progenitores». Naturalmente no se prohíbe que puedan ser de sexo distinto, pero no es necesario que lo sean. Con lo cual el matrimonio ha dejado de existir en su especificidad. Es como si el reglamento del fútbol dijera simplemente que es un juego de balón; así habría sido equiparado, entre otros, al baloncesto o al balonmano. No se habría prohibido, ciertamente, jugar el balón con el pie, pero tampoco se habría excluido que pudiera ser jugado con la mano por todos los jugadores y en todas las ocasiones, por lo que, sencillamente, habría dejado de existir como balompié.


La disolución del matrimonio como figura jurídica propia no es una pura sutileza conceptual. Es un gravísimo acontecimiento de carácter epocal que trae consigo consecuencias muy negativas para la vida de todos los españoles. Significa que el matrimonio no está ni reconocido ni protegido por la ley en cuanto tal. Las leyes protegen hoy todo tipo de realidades y de bienes muy concretos: desde los osos pardos hasta los quesos de La Mancha. Está muy bien. Pero, mientras tanto, se le ha retirado la protección legal a esa realidad humana tan determinante del presente y del futuro de la sociedad que es el matrimonio, el nicho ecológico de la vida humana, el ámbito fontal de la identidad de las personas, de la cultura y de la paz.


Comprendo que quien haya tenido la deferencia de leerme hasta aquí pueda pensar que es muy exagerado lo que digo o que, concediendo al menos que algo pueda haber de lo dicho, no se trata de un asunto que le pueda afectar seriamente a él o a ella. Tratemos, pues, de verificar lo que decimos con un solo ejemplo que pone de manifiesto cómo todos quedan afectados por la desprotección jurídica del matrimonio.


No hay ningún español que no se vea concernido por las realidades significadas por las palabras «padre», «madre», «esposo» o «esposa». Pues bien, estas realidades son ahora olímpicamente ignoradas por la Ley. Nadie puede pretender que la Ley proteja su cualidad de esposo o de esposa, de padre o de madre, por la sencilla razón de que esos conceptos han sido eliminados del Código Civil y han dejado de ser realidades jurídicas. Siguen siendo, naturalmente, realidades humanas de primer orden, pero ya no realidades que merezcan una protección legal. En España, llamar esposo o esposa a una persona y tenerla como tal es algo perteneciente al mundo privado, de los afectos, de los gustos o, en su caso, de la literatura, pero no un bien jurídico públicamente defendible.


Prueba de ello es el caso siguiente. Una niña de seis años viene del colegio contándole a su madre que la profesora le ha dicho que se podrá casar con su amiguita Verónica. La madre, horrorizada, trata de explicarle un poco las cosas. Al día siguiente, la niña vuelve del colegio llorando y tachando a su madre de mentirosa porque la profesora le ha explicado de nuevo que sí podrá casarse con Verónica y que su madre está anticuada y es «homófoba». ¿Podrá esta madre tratar de defender legalmente la realidad de su hija como futura esposa de su futuro esposo y exigir a la maestra que deje de tratar de borrar de la cabecita de su hija los conceptos sagrados de «esposo» y «»esposa»? No podrá, porque los promotores de la actual legislación sobre el matrimonio le han arrebatado ese derecho. En cambio, si insiste en denunciar la tropelía de la profesora, puede sucederle que alguien la denuncie a ella por «homófoba» y por educar a su hija según criterios de «discriminación por razón de género».


En resumen: la actual legislación española no reconoce ni protege al matrimonio y, por tanto, supone un retroceso histórico respecto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, de la que este año celebramos el sexagésimo aniversario. La sociedad debe reaccionar enérgicamente ante este estado de cosas. Gracias a Dios, lo está haciendo ya.


Determinada prensa me atribuye de modo reiterado una afirmación que nunca he hecho. Dicen que he dicho que la mal llamada Ley del Matrimonio Homosexual es lo más grave que le ha acontecido a la Iglesia en sus dos mil años de Historia. No lo sé. Es difícil calibrar que sea lo más grave que le haya acontecido a la Iglesia. Lo que sí he dicho y reitero es que la Iglesia nunca se ha encontrado con una legislación sobre el matrimonio como la que ahora tenemos en España. Una legislación que no es que haya tipificado para una minoría lo que podría mal llamarse un matrimonio homosexual, sino que ha deshecho el matrimonio de todos, arrojándolo fuera de la Ley. El desafío es de grueso calibre. Hay que responder a él de manera proporcionada. Lo que está en juego no son tanto los derechos de la Iglesia, cuanto los derechos fundamentales del ser humano.

> Iritzia: Juan José Tamayo > UNA CONSTRUCCION DEL PATRIARCADO

  • Una construcción del patriarcado
  • La familia se ha convertido en elemento de confrontación política, de trinchera ideológica y de deslegitimación del Gobierno. Los obispos no defienden la familia del Evangelio, sino la que legitima el funcionamiento de la Iglesia católica
  • Moceop, 2008-01-06 # Juan José Tamayo

La doctrina sobre la familia que defienden los obispos españoles no es la descripción de la realidad familiar como hoy funciona, y menos aún la idea que de ella se expresa en el Evangelio, sino la construcción ideológica que viene a reforzar el patriarcado en la sociedad y a legitimar la organización jerárquico-patriarcal de la Iglesia católica.


Lo reconocía Benedicto XVI: "Solo la fe en Cristo, solo la participación en la fe de la Iglesia salva a la familia" y "la Iglesia solo puede vivir si se salva la familia" (2 de marzo de 2006).


Ambas afirmaciones, sin embargo, me parecen incorrectas. La mejor contraprueba de la primera es el fracaso de muchas parejas casadas por la Iglesia, muchas de las cuales ven anulado su matrimonio por los tribunales eclesiásticos. Si solo la fe en Cristo salva a la familia, ¿por qué hay tantas familias cristianas que se rompen?


El argumento más contundente contra la segunda afirmación es que la Iglesia no se sustenta en la familia, sino en la comunidad cristiana. El mismo Jesús relativiza la familia dentro del movimiento que pone en marcha, como se ve cuando considera madre y hermanos a quienes escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica y pone en cuestión la vinculación intrínseca entre el ser mujer y la maternidad.


Los obispos tienen una concepción homófoba y excluyente del matrimonio: solo reconocen la modalidad heterosexual, que consideran, además, indisoluble. Bajo la guía de Benedicto XVI defienden que la "unión entre un hombre y una mujer, basada en el matrimonio" pertenece a la estructura natural de la familia, califican de "pseudomatrimonio" la unión entre personas del mismo sexo y afirman —no demuestran— que su visión familiar y matrimonial no son normas de la moral católica, sino "verdades elementales que conciernen a nuestra humanidad común". En Valencia, el Papa llegó a calificar el matrimonio heterosexual indisoluble de "patrimonio de la humanidad". El matrimonio y la familia son insustituibles y no admiten alternativas.


Para ello dicen apoyarse en el Génesis, que describe la creación del hombre y de la mujer. Pero el texto no se refiere al matrimonio ni a la familia, se sitúa en un contexto distinto del nuestro y pertenece a un género literario que no es el histórico, sino el simbólico. Hacer una lectura literal del texto y aplicarlo miméticamente al día de hoy me parece un ejercicio de fundamentalismo.


A esto cabe añadir que los obispos ofrecen una imagen catastrofista de la familia: el aumento de los divorcios y la facilidad para acceder a ellos (divorcio exprés), la plaga del aborto y el frecuente recurso a la esterilización, la mentalidad anticonceptiva y el rechazo de las normas morales en el ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio. Todo son nubarrones. ¿No aciertan a descubrir claros en el cielo de la familia? Pues existen, se lo aseguro, y muchos.


Lástima que las renuncias que se ven obligados a hacer les impidan a disfrutar de ellos. Habría que recordar a los obispos, con la antropología cultural y religiosa en la mano, que el matrimonio y la familia no son realidades fijas e inmutables, sino que han evolucionado a lo largo de la historia y siguen evolucionando hoy, como evoluciona todo lo humano. Sin embargo, ellos y los grupos que los apoyan tienden a ver perversión en la evolución.


La jerarquía eclesiástica y los movimientos católicos conservadores han convertido el tema de la familia en bandera de la identidad católica en España, en un momento de profunda crisis del catolicismo, de descrédito de esta Iglesia en la sociedad (es la institución peor valorada por los ciudadanos españoles: solo el 3% de los jóvenes dicen que es importante en su proyecto de vida), y de desafección de los propios católicos, que no siguen las orientaciones de los obispos en materia sexual ni comparten, en la práctica, su idea del matrimonio. La familia se ha convertido en elemento de confrontación política, de trinchera ideo- lógica frente a lo que la jerarquía llama "laicismo radical", y de deslegitimación del Parlamento y del Gobierno. Ese fue el sentido que quisieron dar los obispos españoles a la visita del Papa a Valencia para clausurar el Quinto Encuentro Mundial de la Familia.


En el mismo paradigma de confrontación se desarrolló el acto Por la familia cristiana el 30 de diciembre en Madrid, que contó con la presencia de la mayoría de obispos españoles y con el apoyo de Benedicto XVI. La manifestación no tenía una intencionalidad evangélica, sino claramente política, como pusieron de manifiesto los mensajes de los obispos que acusaron a la legislación española sobre la familia de inicua e injusta, de estar destruyendo los cimientos de la familia, de no respetar la Constitución, de ir camino de la disolución de la democracia. Llegaron a calificar al laicismo radical de "fraude que solo lleva al aborto y al divorcio exprés" y a afirmar que el actual ordenamiento jurídico español "ha dado marcha atrás respecto a la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU".


Yo creo que los mensajes episcopales transmitidos en la concentración de la plaza de Colón constituyen una clara deslegitimación del Estado de derecho. Lo que no me sorprende, porque, en los últimos años, es práctica habitual ocupar los espacios públicos para ir en contra de las instituciones públicas. A mi juicio, las leyes sobre la familia y el matrimonio aprobadas por el Parlamento no solo no atentan contra los derechos humanos, sino que, más bien, los amplían y reconocen a todos los ciudadanos y ciudadanas, sin discriminación por razones de sexo, etnia, religión, clase social, procedencia geográfica, discapacidad, etcétera

> In memoriam: Simone de Beauvoir > CLAROSCUROS DE SIMONE DE BEAUVOIR

  • Claroscuros de Simone de Beauvoir
  • La crítica a su figura marca el centenario de la intelectual feminista
  • El País, 2008-01-06 # Octavi Martí · Paris

Fadela Amara, actual secretaria de Estado para la Ciudad del Gobierno Sarkozy-Fillon, ha encabezado sus felicitaciones de Navidad con la siguiente frase: "Ser libre es querer la libertad de los demás". Es una cita de Simone de Beauvoir. Que una ministra de un ejecutivo que tiene entre sus objetivos "acabar con el pensamiento de Mayo del 68", cite a Beauvoir, fundadora del feminismo moderno, maoísta eventual y que se autodefinía como "totalmente de izquierdas" y "deseosa del derrumbe del capitalismo", casa mal con el lema sarkozysta de "trabajar más para ganar más", horizonte insuperable del actual presidente de la República.


Simone de Beauvoir (París, 1908-1986) fue novelista, ensayista y militante política, aunque esa última faceta tardara en manifestarse. "Lamento que haya sido necesaria la guerra para hacerme comprender que vivía en el mundo y no fuera de él", escribe en 1985, refiriéndose al periodo de la ocupación alemana, años en los que ella y su compañero Jean-Paul Sartre apenas manifestaron ninguna inquietud política, convencidos, ya en 1941, de que los estadounidenses iban a sacarles las castañas del fuego y lo mejor era esperar en casa, junto a la estufa, escribiendo novelas, obras de teatro o reflexiones filosóficas, todo salpicado de "amores contingentes" -el que mantenían Jean-Paul y Simone era un "amor necesario"-.


Hoy, a través de biografías, testimonios y análisis, la "pareja libre" que simbolizaron Sartre y Beauvoir es criticada por unos y otros. No fueron tan "resistentes" como decían, no fueron tan "libres" como parecían, no tuvieron tanta razón como se creía. Es más, la Historia, la gran Historia, ha ridiculizado muchas de sus tomas de posición, buena parte de sus críticas a Camus, Aron o Merleau-Ponty. El marxismo ya no es el sistema filosófico, sino uno más entre ellos, como ese existencialismo del que ellos fueron los profetas; los países comunistas cuya revolución apoyaron con su presencia -Rusia, Cuba, China, Viet-nam- son hoy, o bien paraísos del capitalismo salvaje, o bien ejemplos ruinosos de adonde puede conducir una teoría cuando se hace caso omiso de la realidad. Jacques-Pierre Amette, en el semanario Le Point, se atreve a preguntarse si "Sartre y Beauvoir no serán los Ginger Rogers y Fred Astaire del existencialismo". Y sin embargo...


El "sin embargo" no está, exclusivamente, en los 1.200.000 ejemplares vendidos desde 1949 -sólo en francés- de El segundo sexo, libro de referencia del feminismo, ni en la influencia del mismo en la evolución de la mentalidad contemporánea. Puede que tampoco esté en la calidad e interés literario de la obra de Simone de Beauvoir, que son muy altos y necesitan de revaloración. Todos los hombres son mortales (1946) es un gran ejemplo de "novela filosófica", un género hoy mal visto, de la misma manera que lo es Los mandarines (1954), que pone en escena el antagonismo entre Sartre y Camus a través de personajes reales, que no son meros portadores de mensajes. Y Memorias de una joven formal (1958) es un libro bellísimo, aunque se toma ciertas libertades con la verdad. En ellas nos cuenta que "Sartre correspondía al deseo que formulé cuando tenía 15 años: era el doble en el que reencontraba, llevadas a la incandescencia, todas mis manías. Con él siempre podría compartirlo todo. Cuando nos separamos a principios de agosto sabía que nunca más iba a salir de mi vida". Y aprendemos que tuvo como compañeros de claustro a Maurice Merleau-Ponty y a Claude Lévi-Strauss. "Les conocía ya un poco a los dos. El primero siempre me había inspirado una lejana simpatía. El segundo me intimidaba por su flema pero se sabía servir de ella y le encontré muy divertido cuando, con voz neutra y un rostro impenetrable, expuso ante nuestro auditorio la locura de las pasiones".


Todo un mundo intelectual es evocado en estas memorias y en los volúmenes siguientes -La fuerza de la edad (1960) y La fuerza de las cosas (1963)- y eso, sumado a esa actitud pública hoy tan criticada, así como la influencia de sus reflexiones feministas, han convertido a Simone de Beauvoir en un mito. Y un mito con el encanto de la proximidad. Algunos la aprovechan sólo para descubrir que sus pies eran de barro. En efecto, de barro humano.


Como en el caso de Sartre, Simone de Beauvoir es hoy una figura mundial, más respetada en Estados Unidos que en Francia. En su país no saben qué hacer con ella. La televisión le dedicará dos filmes, pero en canales minoritarios, como Arte o France5. ¡Qué lejos queda ese 1984 en que TF1 -aún pública- emitió una serie para celebrar los 35 años de El segundo sexo! Un coloquio internacional reunirá en París, del 9 al 11 de enero, a especialistas del mundo entero para discutir la actualidad de su obra. Danièle Sallenave publica una biografía crítica -Castor de guerre- en Gallimard, editorial que también publica un volumen hagiográfico: Simone de Beuvoir, écrire pour temoigner, concebido por Jacques Deguy y Sylvie Le Bon de Beauvoir, hija adoptiva de la escritora. Y la misma editorial reedita de Beauvoir un texto de 1948 que estaba agotado: El existencialismo y la sabiduría popular. Y eso es todo lo que permite la época.


Sobre el feminismo de Beauvoir


- "Si ser feminista es ser un hombre como cualquier otro, tal y como quería Beauvoir, ¡entonces yo no soy feminista!". Antoinette Fouque, fundadora del Movimiento Liberación Mujer, en Francia.


- "La lectura de su libro El segundo sexo me produjo la impresión de haberme puesto unas gafas con las que ver el mundo". Wendy Delorme, escritora, actriz y militante de las Panteras Rosa.


- "Es importante que haya demostrado que la masculinidad no estaba reservada a los hombres sino un signo cultural y social accesible a todas. Eso es lo revolucionario". Marie-Hélène Bourcier, estudiosa y crítica de la obra de Simone de Beauvoir.


- "Tras leer El segundo sexo lo sé todo sobre la vagina de la autora. Es asqueroso". François Mauriac, novelista.


- "La posición ética de Beauvoir me apasiona por su radicalismo: prefiere cambiar el orden del mundo que cambiar de deseos". Danièle Sallenave, autora de la biografía crítica de Beauvoir Castor de guerre.

> Iritzia: Juan G. Bedoya > ROMA TEME EL CONTAGIO DEL MODELO ZAPATERO

  • Roma teme el contagio del modelo Zapatero
  • El País, 2008-01-06 # Juan G. Bedoya

En enero de 2005, Juan Pablo II, enfermo ya de muerte, sorprendió a un grupo de obispos españoles, de visita en Roma, con una pregunta que delataba la preocupación del Vaticano. "Y Zapatero, ¿qué hace?". Todo el mundo político italiano curioseaba entonces lo mismo. ¿Qué estaba haciendo el Gobierno Zapatero con la religión y por el laicismo? La cosa llegó tan lejos que, meses más tarde, la Mostra de Cine de Venecia presentó en su sesión de clausura, con gran regocijo mediático, el documental ¡Viva Zapatero! Apenas hablaba de él -era, sobre todo, una diatriba satírica contra Berlusconi-, pero aquel manifiesto de Sabina Guzzanti hizo las delicias de tirios y troyanos, sobre todo por lo que insinuaba el título. El cronista de EL PAÍS escribió ese día que "los aplausos amainaron cuando al público empezó a dolerle las manos".

Los italianos -no sólo en el Vaticano- están convencidos desde entonces de que Zapatero es un revolucionario izquierdoso, un fundamentalista de la laicidad, un comecuras. El Gobierno ha hecho esfuerzos para espantar esas impresiones -renunciando incluso a algunos de sus compromisos electorales más celebrados, o cediendo al episcopado lo que negaron Gobiernos anteriores-. Pero una imagen no se borra con mil palabras. La información de los periódicos italianos sobre la concentración del domingo pasado en Madrid, incluso en los cercanos a la izquierda, tuvo el lunes posos de aquel ¡Viva Zapatero!: un cierto regocijo a manifiesto, como diciendo: de aquellos polvos vienen estos lodos, y en Italia puede suceder lo mismo.

Si eso es así en la Roma laica, imaginen las inquietudes del Vaticano. Se equivoca el Gobierno si cree que los cardenales españoles predican a disgusto del Papa. El Vaticano hace años que tiene a España en el punto de mira, como lugar de misión o territorio religioso en peligro. Roma, además, teme que el modelo Zapatero se contagie a Italia, donde el católico Prodi, primer ministro de una coalición de izquierdas, va a dejar pronto el poder, casi con seguridad, a un ex comunista ateo, el alcalde de Roma, Walter Veltroni.

Dicho que Juan Pablo II preguntó por lo que hacía Zapatero, hay que añadir lo que ocurrió días más tarde. Ante el cardenal Rouco, aquel Papa leyó un solemne discurso proclamando que el Gobierno español "ignora y cercena" la libertad religiosa. Se recordará el incidente porque, no por esa afirmación sino porque también se criticó allí la paralización del Plan Hidrológico Nacional del último Ejecutivo del PP -por "olvidar", decía un Juan Pablo II casi moribundo, "el deber de compartir el uso del agua" y por azuzar "la confrontación social"-, el Ejecutivo llamó a capítulo al nuncio de la Santa Sede en Madrid, el arzobispo Monteiro. En el Ministerio de Exteriores, el prelado del Papa despachó aquel día no con el ministro Moratinos, sino con uno de sus subsecretarios. Quizá recordó aquel trance extraordinario Benedicto XVI cuando, un año más tarde, en Valencia, visitado por el presidente Zapatero y la vicepresidenta Fernández de la Vega, dirigiéndose a ésta dijo: "Ahora sé que estamos en buenas manos". Sucedió el 9 de julio de 2006.

Por entonces, la revista Ecclesia, de la Conferencia Episcopal, ya había hecho esta afirmación: "Desde hace más de un año, España es en el Vaticano el problema número uno entre los países occidentales". "Media docena de cardenales de la curia lo han hecho notar vigorosamente, tanto en Roma como en visitas a España, por lo que no se puede afirmar que la situación es de normalidad democrática", añadía Ecclesia.

No han cambiado de opinión los obispos. Tampoco Roma. Conviene recordar cómo se tomaron la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo con el nombre de "matrimonio" para entender lo ocurrido desde entonces. Las execraciones fueron tan extravagantes que parecía como si no hubieran existido las catacumbas de Nerón, la persecución de Diocleciano, ni la Revolución Francesa, ni la pérdida de los Estados Pontificios, ni el martirio de decenas de miles de cristianos... Según los obispos, la legalización del matrimonio gay en España fue "el momento más excepcional de la Iglesia católica en sus 2.000 años de historia". Todavía más: "Estamos en una situación única en la historia de la humanidad. La Iglesia nunca se encontró con nada parecido".

Esto no lo dijo un clérigo cualquiera, sino el portavoz de la Conferencia Episcopal, el jesuita Martínez Camino. Reputado teólogo y ex director de la Comisión para la Doctrina de la Fe en Madrid, su superior en Roma durante décadas fue el cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. Lo acaba de hacer obispo auxiliar de Rouco en Madrid. Si el Gobierno no ignora estos datos, sabrá que Rouco y Martínez Camino conocen lo que se piensa en Roma, y predican en consecuencia. Fue el cardenal de Madrid quien dijo que España es hoy un país de misión, casi en "situación martirial".

El Papa dibujó en el último Sínodo de Obispos un panorama apocalíptico de Occidente, "una viña devastada por jabalíes". En España, la devastación, según los obispos, afecta a su libertad de enseñanza, a la asignatura de religión y a las consabidas subversiones del sexo y la moral que, según los prelados, trajo bajo el brazo el Gobierno Zapatero. Pero la ofensiva episcopal también tiene mucho de batalla política contra el PSOE. No engañan. Por eso alzaron la voz contra las reformas estatutarias. Dicen que ponen en peligro "la unidad de la nación". Y, vaya por Dios, la unidad de España es también "un bien moral". Lo dijo Cañizares, vicepresidente de la Conferencia Episcopal y primado de Toledo, cuando aún era arzobispo. El Papa lo hizo inmediatamente cardenal, en su primer consistorio. Para que no haya duda de quiénes son sus hombres en España.

> Erreportajea: Eliza > ESPAÑA, FRENTE DE BATALLA CONTRA EL LAICISMO

  • España, frente de batalla contra el laicismo
  • El apoyo del Papa al acto sobre la familia es parte de su contraofensiva en el sur de Europa
  • El País, 2008-01-06 # Lola Galán • Madrid
La mañana del domingo 30 de diciembre fue tan soleada en Roma como en Madrid, dos capitales unidas ese día por un mismo espíritu de batalla ideológica, por un puente verbal de viejos argumentos en defensa de la familia tradicional tendido entre la cúpula de la Iglesia católica española y el cuartel general del catolicismo mundial. De un lado, los cardenales Rouco Varela, Cañizares y García-Gasco, lanzando duras críticas contra el Gobierno socialista español. Del otro, el Papa Benedicto XVI con un discurso moderado, que contenía, no obstante, un rechazo total al divorcio, al matrimonio homosexual y a la eutanasia.

En la plaza de Colón de Madrid se escenificaba así una batalla de la guerra que el Papa se propone librar contra el laicismo galopante de las sociedades modernas. Su determinación no es de ahora. Desde sus años de cardenal y principal consejero de Juan Pablo II, el teólogo alemán Joseph Ratzinger tiene perfectamente identificado al enemigo y está decidido a combatirlo para reconquistar el terreno cedido por la Iglesia en Europa.

El domingo, el Papa defendió ante los fieles congregados en Madrid que la familia "fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida, desde su inicio, hasta su fin natural". ¿Era su mensaje un mero detalle de cortesía con la cúpula de la Iglesia española tan diligente a la hora de las movilizaciones de masas en defensa de las posiciones vaticanas? Todo apunta a que se trata, por el contrario, de una iniciativa en total sintonía con la Santa Sede, decidida a contraatacar en todos los frentes ideológicos abiertos en uno de sus antiguos feudos.

"Obviamente, las palabras de Su Santidad estaban preparadas desde mucho antes", responde en conversación telefónica el portavoz vaticano, Federico Lombardi. Aun así, reconoce que había algo "un poco diferente" en este mensaje de Benedicto XVI: su "considerable amplitud, mayor de lo habitual".

¿Pretendía el Papa con su alocución aprovechar las gigantescas dimensiones de la audiencia que le proporcionaba, una vez más, la Iglesia española, para lanzar su infatigable alegato en defensa de la familia tradicional? Eso parece. Su resignado análisis de hace años, cuando reconocía abiertamente que la Iglesia católica en el siglo XXI estaba destinada a constituir "un pequeño rebaño", contrasta ahora, convertido desde abril de 2005 en el sucesor de Juan Pablo II, con su afición a los baños de multitudes.

"A título personal, como profesor y estudioso, es una persona tímida y no se encuentra cómodo ante las grandes movilizaciones de masas, pero como pastor de la Iglesia, reconoce su importancia", explica José María de Vera, veterano responsable de comunicación de la Compañía de Jesús, en Roma, y un observador privilegiado de las relaciones Iglesia española-Vaticano. A De Vera, la intervención del Papa en la manifestación por la familia tradicional le pareció "una escenificación perfecta. Seguía una pauta bien concordada, era casi como una película", en la que, naturalmente, el cardenal Rouco llevaba la voz cantante. Sólo él tiene la llave de dos puertas fundamentales: la que le da acceso directo a Benedicto XVI, del que fue alumno, y con el que puede conversar en alemán; y la que le comunica con los grandes movimientos religiosos que, como el Camino Neocatecumenal, liderado por Kiko Argüello, son capaces de reunir casi de un día para otro masas oceánicas de fieles.

La prensa italiana no ha dudado en hablar de un millón de personas al informar de la concentración de la madrileña plaza de Colón. Una cifra exagerada, pero capaz de encandilar a cualquiera. Después de todo, Benedicto XVI sólo ha reunido a 2,8 millones de personas en total, sumando las audiencias y las celebraciones litúrgicas, en todo el año 2007. Animado por este despliegue de poder que le ofreció la Conferencia Episcopal Española, y por algunos signos de cambio que aparecen en el panorama político europeo -como la elección de Nicolas Sarkozy, en Francia-, el Pontífice ha decidido movilizar a sus huestes contra las fuerzas del laicismo.

"El Papa y el secretario de Estado quieren que haya mayor participación de los católicos en la vida pública. Benedicto XVI ha animado a todo el mundo a entrar en la dialéctica de la vida política y de la sociedad. De ahí su llamamiento a los profesionales católicos, farmacéuticos, médicos, políticos, para que se movilicen", reconoce el catedrático de Teología de la Universidad de la Santa Croce, del Opus Dei, Lluís Clavell. Clavell es miembro de la Academia Pontificia de Teología y lleva años en Roma, pero no se aventura a hablar del protagonismo vaticano en el evento.

Otros interlocutores, que prefieren mantenerse en el anonimato, consideran capital el papel del primer ministro vaticano, Tarsizio Bertone. "Un hombre que se ha ido escorando cada vez más a posiciones conservadoras, y que, junto al cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, forma parte del círculo de asesores más íntimo del Pontífice".

Ruini, precisamente, se ha lanzado a una campaña en pro de la revisión de la Ley del Aborto aprobada en Italia hace 30 años. El banderín de enganche se lo ha proporcionado el ex comunista y antiguo colaborador de Silvio Berlusconi Giuliano Ferrara, quien propone una moratoria para el aborto con el apoyo de los llamados laicos devotos, como el intelectual y senador de Forza Italia Marcello Pera.


La contraofensiva vaticana liderada también por el cardenal Bertone parece haber cobrado nuevo brío a raíz de la visita a la Santa Sede, el 21 de diciembre pasado, del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Divorciado y todo, Sarkozy ha causado inmejorable impresión en el Vaticano, donde, para sorpresa general, coincidió con Benedicto XVI en defender la importancia de la religión católica en la vida pública y se permitió incluso alentar al clero francés a que intervenga más y con más valentía en los debates sociales y morales.


Toda una inyección de optimismo para la Santa Sede, que aspira ahora a reconquistar siquiera una parte de la influencia perdida en Francia, pero también en Italia y España, los tres feudos católicos del sur de Europa.

  • "La precampaña electoral es cosa de ustedes"
  • El País, 2008-01-06 # L.G. · Madrid
Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede y director de Radio Vaticana, responde casi con brusquedad cuando se le pregunta si es consciente del actual momento político, a dos meses de unas elecciones generales, que vive España. ¿Es consciente el Papa de que se ha iniciado ya una precampaña electoral en la que los temas aludidos por los obispos en Madrid serán uno de los caballos de batalla? "Ésos son asuntos de ustedes, los españoles. El Vaticano no tiene nada que decir al respecto". Lombardi resta importancia, incluso, a la conexión televisiva con Madrid, desde la plaza de San Pedro del Vaticano. "Nos hemos limitado a transmitir el Angelus, en directo, como se hace todos los domingos. Lo único especial ha sido la intervención del Papa, transmitida por televisión a los congregados en Madrid, con motivo del día de la familia. Hay veces, sin embargo, que además de la conexión unilateral, como la que se realizó el domingo pasado, en la que se transmite el mensaje del Papa, hay una conexión multilateral, es decir, un enlace de dos direcciones, por el que se transmite la imagen y la palabra del Papa, y el Pontífice recibe la imagen y el sonido del encuentro en el que interviene. Ocurre, por ejemplo, en los encuentros de Rímini [organizados por el movimiento Comunión y Liberación]".

Había, pese a todo, otra novedad en la conexión desde la plaza de San Pedro: hasta ahora no se habían realizado transmisiones ad hoc como ésta, durante el Angelus. Lombardi le quita importancia: "Bueno, se realizan estas conexiones otras veces. Lo extraordinario ha sido la longitud del texto leído por el Papa en español, algo ciertamente inusual".

> Erreportajea: Familiak > PAIS VASCO: LAS NUEVAS FAMILIAS SE VAN IMPONIENDO

  • Las nuevas familias se van imponiendo
  • El 58% de los hogares ya no responde a la estructura del matrimonio con hijos
  • El País, 2008-01-06 # Eduardo Azumendi • Bilbao
Hasta hace tres años, J. Antonio Armentia se creía un hombre felizmente casado, con esposa y dos hijos. Lo típico. Sin embargo, hoy, a sus 47 años, está divorciado, vive solo y ve a sus hijos en fin de semana. Su lugar en la estadística se ha invertido y ha pasado de ocupar un sitio entre las familias tradicionales (matrimonio con hijos) a la casilla de los hogares unipersonales, mientras que su ex esposa se encuentra ahora en la de hogares monoparentales. Signo de los tiempos, el surgimiento de nuevas fórmulas de convivencia y el aumento de las separaciones y divorcios han dado lugar a modelos de familia que ya han desbancado al hogar tradicional.

En la actualidad, el 58% de las familias vascas no responden a la estructura clásica del matrimonio con hijos, según un avance de los datos de una encuesta realizada a 30.000 familias por el Eustat, al que ha tenido acceso EL PAÍS y que analiza la evolución desde el año 1981.

Los sociólogos y los estadísticos califican a esta nueva realidad como una "transición demográfica". Y Euskadi no ha sido ajena a esta rápida transformación social.

Que se lo pregunten a Armentia si no. "Yo llevaba 12 años de matrimonio, un momento delicado para la pareja. Los problemas empiezan y, a pesar de que crees que les puedes poner solución, cada vez se van agrandando y la convivencia se hace imposible", reconoce.

Ese 58% de nuevas familias está integrado por parejas de hecho, divorciados o separados, matrimonios homosexuales, madres solteras, personas que viven solas, inmigrantes que comparten piso, familias interraciales,... Las opciones se suceden. Frente a ellas, el otro 42% corresponde a las familias del modelo tradicional, muy lejos ya del 62,9% que suponían en 1981. La diversidad y la tolerancia han ido abriendo una brecha, que cada vez se agranda más, en una de las instituciones sociales más reacias a los cambios.

Martín González, coordinador de estadísticas demográficas del Eustat, constata que en el caso de los hogares unipersonales se trata de personas solas (solteros y divorciados, fundamentalmente) y ancianas, más que de jóvenes que se han emancipado, un fenómeno tardío en la comunidad autónoma. "La familia tradicional ha perdido la hegemonía. En general, se trata de la adaptación de las familias a las nuevas circunstancias sociales y demográficas", resume.

En 2006, se contabilizaron cerca de 790.000 familias, lo que supone 50.000 más que en el censo correspondiente a 2001. El aumento se produce sin que apenas ascienda la natalidad. "Las familias que existían siguen, pero se crean otras nuevas porque los hijos forman las suyas. Y, aunque el cónyuge muera, la viuda o el viudo sigue habitando la casa, es decir, se mantiene el hogar. Se crece en familias, pero apenas en población", resalta González.

El tamaño de los hogares se está reduciendo en la comunidad autónoma a gran velocidad. La media ascendía a 3,7 personas por familia en 1981. Bajó a 2,78 en 2001 y la última previsión del Eustat para 2006 fija un nuevo descenso hasta 2,6.

Se trata de un periodo de "completa transición", apunta el sociólogo Javier Elzo. "El modelo de familia tradicional se tambalea. La mujer sale de casa, sin que el hombre entre. Ya no pivota todo sobre la madre. En segundo lugar, las expectativas profesionales cambian. Las mujeres y los jóvenes quieren tener hijos, pero no en detrimento de su futuro laboral", apostilla.

La eclosión de los modelos familiares que se está viviendo ya no tendrá fin. "Un tercio de las parejas se divorcian. Unos se vuelven a casar. Lo normal será que se casen hasta dos o tres veces. Preveo que en un plazo de 20 años este fenómeno tendrá una consistencia estadística importante", concluye Elzo.

Puede que sea el caso de Armentia: "Aún no me veo con fuerzas para otro matrimonio. Estoy desengañado, pero nunca se sabe".

La irrupción de los nuevos hogares conlleva una consecuencia práctica: la necesidad de pisos pequeños para personas divorciadas y ancianos. Un estudio de Vivienda sobre las necesidades a largo plazo del mercado inmobiliario prevé un aumento importante de hogares encabezados por mayores de 80 años y por mujeres solteras, divorciadas y viudas. Los especlistas justifican esta evolución por varias razones: la esperanza de vida de las mujeres es mayor, los divorcios siguen en aumento y las jóvenes muestran mayor predisposición a vivir solas.

> Iritzia: Marta Lamas > ACTUALIDAD DE SIMONE DE BEAUVOIR

  • Actualidad de Simone de Beauvoir
  • El País, 2008-01-06 # Marta Lamas • Antropóloga mexicana y directora de la revista Debate Feminista
"Una no nace, sino que se convierte en mujer." Con esta idea Simone de Beauvoir inauguró la forma moderna de comprender la problemática femenina y se convirtió en la feminista más relevante del siglo XX. La empresa radical y ambiciosa de El segundo sexo fue mostrar que las características humanas consideradas femeninas son adquiridas por las mujeres en vez de derivarse "naturalmente" de su biología.

De Beauvoir sostuvo que el significado cultural se monta sobre el dato biológico o sea, que lo determinante en la construcción de la feminidad es el conjunto de procesos culturales y psicológicos que marcan con determinadas atribuciones y prescripciones a las personas con sexo de mujer. Al tomarse a ella misma como referencia explicativa le dio a su argumento un etnocentrismo cuestionable desde una perspectiva antropológica, pero también le otorgó la inspiración que conmueve a sus lectoras. La fuerza de El segundo sexo radicó en su capacidad para responder a las inquietudes femeninas del momento y la consagró como la pionera de ese campo de investigación llamado estudios de género.

El segundo sexo se publicó por primera vez en 1949 y a principios de los setenta se convirtió en una pieza fundamental del nuevo pensamiento feminista. Las teóricas de distintas tendencias (Betty Friedan, Kate Millet, Shulamith Firestone, Juliet Mitchell, Germaine Greer y muchas más) le dedicaron sus trabajos, la visitaron en París, la entrevistaron. También en Francia las jóvenes feministas se le acercaron, pidiéndole apoyo para la causa. Simone de Beauvoir se comprometió en la lucha por la legalización del aborto, estableció una sección feminista en Les Temps Modernes y colaboró en la publicación de la revista Questions Feministes. Poco después, varias investigaciones biográficas exhibirían implacables las vulnerabilidades y mezquindades de esta celebridad e iniciarían la desmitificación de su figura. Así, detrás de su semblante impasible se vio a una mujer egoísta, débil y ambiciosa que se sometía a Sartre al mismo tiempo que seducía a varias de sus discípulas. ¡Ay los mitos y la condición humana! Pese a lo trágico de su impostura personal, quedan su obra y su compromiso político.

Hoy, a la distancia, parecería que las agresiones que recibió De Beauvoir por la publicación de El segundo sexo tenían más que ver con un gran resentimiento por el modelo atípico de mujer y de relación de pareja que ella ejemplificaba que con las reflexiones atrevidas que sostenía. Si bien ella había dicho que escribió esa obra para responderse qué le había significado ser mujer, su persona en sí representaba un inusitado ejercicio de liberación femenina que provocaba y hería.

Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Entrevistada por Margaret A. Simons en septiembre de 1985, De Beauvoir responde a una serie de preguntas sobre su vida, su feminismo y la opresión de las mujeres. Cuando Simons le dice: "¿Y la forma de eliminar la opresión es...?", ella responde tajante: "Ser independiente. Trabajar". Ella lo hace escribiendo.

Poco después Sartre indaga: "¿Cómo se siente en la vida una mujer de letras?" Ella exclama "¡Una mujer de letras es una expresión rara!", y más adelante dice: "No pienso que haya diferencia entre vivir la vida como escritor o como escritora. Pero se está lejos de admitir que una escritora es ante todo una mujer que ha consagrado su vida a la escritura y que no ha tenido lugar para otras ocupaciones llamadas femeninas. Por ejemplo, se me ha reprochado mucho el no haber tenido hijos, mientras que nadie se lo ha reprochado a usted, aunque sea tan normal para un hombre como para una mujer tener hijos y se los pueda querer tanto siendo padre como madre. Pero el reproche ha caído sobre mí porque se piensa que una escritora es, ante todo, una mujer que se distrae escribiendo, lo que no es cierto, porque es el conjunto de una vida que está estructurada por y sobre la escritura y, por tanto, aquello implica montones de renuncias, montones de elecciones también, y éste ha sido mi caso. He vivido verdaderamente en la medida en que quería escribir".

Tal vez lo verdaderamente impresionante de Simone de Beauvoir es que se trata de una mujer que tempranamente tomó conciencia de su deseo, y aunque éste iba en contra de las tradiciones y de la lógica cultural de la sociedad que le tocó vivir, tuvo la voluntad y la fuerza para convertirlo en realidad. Por eso su importancia no sólo radica en lo que escribió, lectura obligada para quienes desean pensar sobre las mujeres, sino también en su vida, pues, con todo y sus contradicciones, ésta es el testimonio de una mujer que se rebeló contra el status quo planteando su realización personal a través del trabajo. A cien años del nacimiento de Simone de Beauvoir, todavía muchas mujeres estamos librando esa batalla.