2008/05/18

> Iritzia: Alfredo Prieto > VIAJE A LA HOMOFOBIA

  • Viaje a la homofobia
  • Catalogados como parte de lo que entonces se llamó “lacra social”, primero a muchos homosexuales se les envió a las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
  • 7 Días, 2008-05-18 # Alfredo Prieto · Ensayista y editor cubano. Reside en La Habana

Ayer sábado 17 de mayo se celebró la Jornada Cubana por el Día Mundial contra la Homofobia. Convocado por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), con el apoyo de “varias instituciones del Estado, el gobierno y la sociedad civil”, y bajo el eslogan “La diversidad es la norma”, se efectuaron diferentes actividades educativo-culturales dirigidas a sensibilizar a la población acerca de este problema. Entre otras cosas, hubo paneles sobre transexualidad, lesbianismo y travestimo, así como sobre sexualidad y homofobia en el teatro cubano. Como colofón, se anunció un espectáculo de transformistas en el céntrico cine-teatro Astral al que no pude asistir, porque esta vez sus organizadores lo concibieron por invitación.


El fantasma de Funes el Memorioso me lleva hoy de la mano a evocar mínimamente cómo llegamos a este punto. El recorrido ha sido largo: una revolución radical, que alteró de mil maneras los modos, hábitos y costumbres, comenzando por una portentosa campaña de alfabetización, fue sin embargo bastante conservadora en materia de alteridad y sexualidad. Presa de sus circunstancias y de una cultura heredada (porque desde aquí y ahora no se le pueden pedir peras al olmo) el gran suceso de 1959 no pudo deshacerse de la tradición, esa que según los clásicos del marxismo merodea “como un duende sobre las cabezas de los hombres”, y por consiguiente reprodujo patrones homofóbicos que retroalimentaron el machismo recibido de España y de las culturas africanas, una mezcla explosiva a la hora de lidiar con la otredad


Catalogados como parte de lo que entonces se llamó “lacra social”, primero a muchos homosexuales se les envió a las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) --una medida tristemente célebre, aunque efímera-- por donde pasaron no sólo ellos, sino también figuras tan conspicuas como el trovador Pablo Milanés, el cardenal Jaime Ortega y el reverendo Raúl Suárez, entre otros que por distintas razones fueron incluidos en el peculiar concepto. Luego, en los turbulentos y dogmáticos años 70, un Congreso de Educación y Cultura definió al homosexualismo como una “patología social” y excluyó --por lo menos en el espíritu-- a las personas de esa orientación sexual de las escuelas y la dirección de la cultura. Hasta en esto se fue convencional, pues definirlo así implicaba situar la preferencia en los terrenos de la psicología y la medicina, un claro defasaje en un contexto donde el mundo ya había comenzado a hacerse preguntas al respecto que nos llegaron, como tantas cosas, tardíamente. Fue, sin dudas, el peor momento de esa historia. A escritores de esa orientación sexual no se les permitió publicar en la Isla, como tampoco a los religiosos --y, a veces, los dos cosas eran una sola--, hecho este último fundamentado en el “ateísmo científico”, una categoría foránea que perdía de vista que la religión forma parte de la cultura y no se suprime por simple voluntad política, ni estigmatizando, ni botando (el expediente de excluidos de ciertas carreras o expulsados de la Universidad no me dejará mentir). Y el Mariel, con su enorme carga de polarización e irracionalidad, realimentó los patrones duros y estimuló a muchas personas a acoger como propio un estigma que en verdad no tenían --el de homosexual o “maricón”-- para poder salir del país como “escoria”, un código designado para aquella estampida, integrada fundamentalmente por hombres jóvenes, oscuros, solteros y desempleados que a menudo tenían problemas con la Ley, pero en el fondo algo más compleja que eso.


Como el monte se tumba cortando primero los árboles, hay consenso en reconocer el importante papel que desempeñó un filme de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío (Fresa y Chocolate, 1993), al llamar la atención sobre la complejidad del fenómeno más allá de las etiquetas, y al defender la idea de una dinámica auténticamente humana entre dos personas de orientación sexual distinta y formación contrapuesta. Desde luego, eso no significa que el machismo se haya evaporado automáticamente de la cultura, pero hoy se percibe al menos, sobre todo en las generaciones más jóvenes, un mayor grado de aceptación de la alteridad: tomo nota de que mi hijo menor usa más la palabra “gay” en lugar de la otra. Un dato de no poca monta es que una comisión de la Asamblea Nacional tiene actualmente en estudio un proyecto de Ley sobre el cambio de identidad sexual y lo transgenérico, lo cual, de aprobarse, pondría a Cuba en un lugar de punta en el concierto de las Américas.


Esto, más la moratoria de la pena de muerte, y no tanto la autorización para comprar objetos, marca, Flavio, la verdadera senda de los cambios.

> Iritzia: Ignacio Ramonet > MAYO DEL 68, UNA POP-REVOLUCION

  • Mayo del 68, una pop-revolución
  • Público, 2008-05-18 # Ignacio Ramonet · Director de Le Monde diplomatique en español. Acaba de publicar, con Ramón Chao, París rebelde

En aquel reguero de protestas que marcaron el año 1968 hay algo de enigma histórico. Ya había ocurrido en 1848. Por distintas causas, en varios países de Europa estallaron entonces una serie de revoluciones sin relación aparente entre sí. Pero Carlos Marx demostró que tan dispares motines se ajustaban a un esquema común, y lo calificó de “primavera de los pueblos”.


¿Qué poseen en común las revueltas del 68? ¿Por qué, al mismo tiempo, se producen en sitios tan alejados como California, Tokyo, Inglaterra, Alemania, Polonia, Italia, Uruguay, París, España, Praga y México? ¿Por qué, como símbolo de una protesta universal, sólo ha quedado el “mayo francés”?


Con la lucidez que otorgan los cuatro decenios transcurridos, se puede afirmar que en aquel año 1968 entra en escena una categoría social hasta entonces desprovista de estatuto político: la juventud. Igual que en la segunda mitad del siglo XIX se inventó la infancia, y que en el periodo 1880-1920 se concibió la adolescencia, en los años 1960 se creó lo que llamamos juventud. O sea, una categoría social de contorno impreciso cuyos miembros tienen una edad correspondiente al periodo que va del fin de la adolescencia hasta la entrada en la vida activa. Y que coincide, en nuestros países, con los años de estudios superiores.


Los estudiantes eran antes unos señoritos. Existían como coartada (para la reproducción de la clase dominante) pero no como verdadera categoría social capaz de influir en la política. Eso cambia después de la Segunda Guerra Mundial. Se produce una masificación de la enseñanza superior. Y tremendos atascos a la entrada de las escasas universidades existentes. Surgen entonces dos causas comunes de malestar.


La primera tiene que ver con el estatuto del estudiante y la degradación de sus condiciones materiales de estudios. La segunda corresponde a su inscripción social y a la toma de conciencia de que lo que se le enseña sirve para reproducir el sistema de alienación y de dominación de clase que oprime a sus propios padres. Esa doble constatación –profesional y política– es la yesca que, una vez encendida, hará estallar la furia del estudiantado.


Hay que recordar que, gracias a la generalización del cine en color, del transistor y del tocadiscos, la cultura de masas vive entonces su gran esplendor. Y lleva ya más de un decenio difundiendo la figura del “joven rebelde”. Desde películas de gran éxito como Salvaje, con Marlon Brando, o Rebelde sin causa, con James Dean. Hasta canciones-protesta de Joan Baez o Bob Dylan (en España, Raimon) y de cantantes míticos como Elvis Presley, los Beatles, los Rolling Stones o Jimi Hendrix.


La gran crisis internacional de aquella época es la guerra de Vietnam. En 1968, Estados Unidos lleva ya seis años en ese lodazal donde más de medio millón de sus jóvenes soldados combaten, con unas pérdidas que sobrepasan los quinientos muertos por mes. Un conflicto muy impopular. Sobre todo en los campus universitarios donde, desde 1964, los estudiantes de izquierda vienen organizando monumentales manifestaciones con un inusitado eco internacional.


En América Latina, Ernesto Che Guevara, en plena lucha internacionalista en tierras bolivianas, en su “Mensaje a la Tricontinental” de abril de 1967 (antes de ser asesinado en octubre de ese mismo año), lanza su célebre consigna : “Crear dos, tres… muchos Vietnam”. Y las protestas de los estudiantes latinoamericanos se generalizan contra el imperialismo estadounidense. Aquí el compromiso es directamente político. Y muchos estudiantes, en Argentina, en Venezuela, en Uruguay, optan por la lucha armada y sus riesgos. Violeta Parra les canta : “Me gustan los estudiantes / porque son la levadura / del pan que saldrá del horno / con toda su sabrosura, / para la boca del pobre / que come con amargura. / Caramba y zamba la cosa / ¡viva la literatura!”.


En cambio en Francia, la revuelta de los estudiantes en mayo del 68 no es tanto una rebelión política sino, sobre todo, una revolución cultural. Presenta apariencias políticas: jerga revolucionaria, consignas subversivas, barricadas, enfrentamientos con la policía, exhibición de iconos insurrectos (Lenin, Mao, Ho Chi Minh, Che Guevara). Pero en ningún momento los estudiantes se proponen seriamente la toma del poder, modo principal de llevar a cabo una revolución política, de modificar las estructuras de la propiedad y de cambiar la relaciones de dominación. El sibaritismo prevalece como lo muestra el eslogan: “La revolución cesa a partir del momento en que hay que sacrificarse por ella”.


Impregnados de marxismo, y más aún de freudismo, de surrealismo, de situacionismo y de espíritu libertario, nutridos de publicidad y adictos a la cultura de masas, los jóvenes insurgentes franceses elaboran en caliente (“en vivo”, diría la televisión) lo que podríamos llamar una pop-revolución (por alusión al pop-art). Esa creatividad, y el hedonismo que la impregna, es lo que les vale la simpatía universal.


Ponen en crisis la autoridad y todos los sistemas jerarquicos verticales: familia, escuela, Iglesia, Ejército, partido, fábrica, empresa. Ninguna de esas instituciones será ya nunca igual (piénsese en la descompostura del Partido Comunista).


Despejan nuevos territorios, desconocidos por la política: feminismo, igualdad de géneros, liberación homosexual, ecología. Reclaman el derecho a la utopía (“¡La imaginacion al poder!”). Y anuncian (y denuncian) la inexorable tiranía de la sociedad de consumo (“Consumid más, viviréis menos”).


Mayo del 68 parecía responder al requerimiento de Marx de “transformar el mundo”. En realidad respondió al postulado de Rimbaud de “cambiar la vida”.

> Berria: Maiatzak 17 > CUBA: MARIELA CASTRO OFRECE TRABAJAR EN FAVOR DEL RESPETO A LA DIVERSIDAD SEXUAL


Mairela Castro, hija del presidente cubano Raúl Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, saluda a una drag queen durante un espectáculo el pasado sábado en La Habana para festejar el Día Mundial Contra la Homofobia. / Foto: Reuters


  • Con un espectáculo de casi 3 horas concluye festejo del Día Mundial Contra la Homofobia
  • Mariela Castro ofrece trabajar en favor del respeto a la diversidad sexual en Cuba
  • La Jornada, 2008-05-18 # Gerardo Arreola (Corresponsal)

En la estrecha salida del teatro alguien dice: “Se acabó su día, muchachitos, preparen el carnet”.


La carcajada retumba en el pasillo repleto. Es casi la medianoche del sábado 17 de mayo y se ha celebrado con respaldo oficial el Día Mundial Contra la Homofobia. Pero el día y los actos se acaban y el chiste atiza una de las más extendidas quejas de los gays, travestis y transexuales cubanos: la de que son frecuentemente frenados en la vía pública por un policía, que sin motivo aparente, sólo por el aspecto, les exige mostrar su carnet de identidad, para verificar que el ciudadano resida en esa ciudad, y consultar por radio si es requerido por alguna falta o tiene antecedentes penales.


No hay duda de que ha desaparecido en Cuba la represión oficial a la homosexualidad, pero queda claro que sigue vivo un ambiente hostil. En el debate matutino, pieza principal de la jornada, las mayores protestas apuntan a la discriminación en lugares públicos.


Alberto Roque, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), cita, por ejemplo, que hay lugares de espectáculos donde sólo se admite la entrada en pareja. Por supuesto, hombre y mujer. O la gerencia se “reserva el derecho de admisión”, con un sesgo homofóbico. Y en la calle “se requiere de una mejor educación e instrucción de la policía en temas relacionados con la diversidad sexual”. Su frase comedida crece narrativamente cuando el auditorio ruge y descarga un aplauso atronador.


Más explícitamente, y desde el público, el empleado de comercio Carlos González relata una historia muy conocida por la concurrencia: “Si estamos en el malecón, nos dividen. Los ‘normales’ para un lado, los gays para el otro”. Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro, directora del Cenesex y motor de esta movilización, dice que la policía, como parte de la población cubana, no está preparada para cumplir su tarea con respeto a la diversidad sexual. “Por eso es que estamos aquí”.


Mariela cuenta que desde hace cuatro años su equipo participa en seminarios con mandos y efectivos policiales, para revisar en detalle qué dice la ley, atender los relatos y dudas de la autoridad y precisar cuál debiera ser un trato correcto para quienes tienen opciones sexuales diversas. “Lo más importante”, subraya, “es que están en la mejor disposición de recibir nuestra colaboración educativa. Este año vamos a trabajar más fuertemente”.


El Cenesex tiene una oficina de defensa jurídica, pero su plan busca llegar a centros neurálgicos donde se sigue construyendo el imaginario homofóbico, como la familia y las autoridades educativas. El fin de semana logró que el mensaje se diseminara en los medios informativos y en el corazón de la capital, sede principal de la jornada.


En el debate Félix Pedro López, artista plástico, pide un lugar, aunque sea fuera de la ciudad, donde los homosexuales puedan reunirse tranquilamente, tomar una copa sin que nadie los moleste y “donde aprendamos a convivir entre nosotros”. Mariela rechaza la idea de algo parecido a un ghetto, así como la celebración de marchas como las del “orgullo gay”, pero alienta la opción de crear espacios físicos “para que los encuentros amorosos no sean tan difíciles”.


Félix cuenta luego a La Jornada su experiencia como veterano de la comunidad gay. Con 40 años, pertenece a una generación que vivió la represión abierta a finales de los ochenta, el vuelco que trajo la crisis de los noventa y ahora el impacto de la campaña del Cenesex. Su vistazo retrospectivo es que “en este país andamos por rachas. Hubo un momento en que era realmente insoportable. Llegaba la policía a levantarte de donde estuvieras, sin que hubieras cometido ningún delito. Ibas para otro lado y resulta que tampoco podías estar ahí”.


En esta década cree que han seguido las temporadas buenas y las malas, aunque ahora la curva está subiendo. “Ojalá sea por mucho tiempo. Una generación como la mía lleva muchos años esperando un momento como este. Por eso estoy de verdad eufórico. La sociedad nuestra era completamente antigay. Ahora estamos tratando de que al menos se nos acepte como el ser humano que somos, parte de esta sociedad, hijos de las madres de esta revolución”.


Por la noche las señales animan ese optimismo, porque la jornada no termina en un lugar cualquiera. El viejo Teatro Astral de los cuarenta, cerrado por ruinoso tras la crisis de los noventa, pero reinaugurado y reservado hace ocho años para ceremonias emblemáticas de la política social, ahora se abre a un espectáculo de travestis, con un telón de fondo luminoso que representa a la bandera cubana.


La comunidad gay repleta los dos pisos del coliseo y vuelve a rugir cuando salen figuras conocidas. Son estrellas de un circuito subterráneo del transformismo, que hace casi dos décadas ha tomado la plaza de Santa Clara, a través del teatro-bar El Menjunje y que se desenvuelve en La Habana en fiestas y restaurantes privados. No es su primer festival abierto, pero sí el primero con el explícito respaldo oficial.


El espectáculo es una catarsis de casi tres horas. A la salida, el chiste del carnet aviva la duda que muchos ahí quisieran despejar.

> Barria: Hiesa > EL VIRUS QUE CAMBIO EL MUNDO

  • El virus que cambió el mundo
  • El sida ha revolucionado la lucha contra las enfermedades infecciosas
  • La Vanguardia, 2008-05-18 # Marta Ricart / Josep Corbella · Barcelona

Cada día, 5.700 personas mueren por el sida y 6.800 se infectan con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Este patógeno fue identificado hace 25 años y, si no existiera, se habrían evitado 25 millones de muertes y 33 millones de personas no vivirían con la infección. Pero, al mismo tiempo que causaba una catástrofe, el VIH ha revolucionado la lucha contra las infecciones.


Sin lo aprendido sobre el sida, no se hubieran desarrollado fármacos que hoy se utilizan de manera rutinaria contra otros virus como los de las hepatitis. Ni se hubieran contenido con rapidez otras infecciones emergentes posteriores como la gripe aviar o el SARS (o neumonía atípica), que tenían el potencial para causar pandemias. Ni se hubieran extendido redes sanitarias en África que, pese a ser aún precarias, han ayudado a combatir mejor la malaria o la tuberculosis. Ni se hubiera avanzado tanto en la investigación del sistema inmunitario humano, un conocimiento que reporta beneficios frente a múltiples enfermedades, desde las cardiovasculares hasta los cánceres.


El martes se cumplen 25 años del descubrimiento del VIH, identificado casi dos años después de los primeros casos de sida. "Aislar el virus permitió empezar a diagnosticar la infección y constatar que los casos que se conocían eran la punta del iceberg", recuerda Josep M. Gatell, jefe de enfermedades infecciosas del hospital Clínic de Barcelona y especialista en sida.


Desde entonces, todo cambió. "El sida y la magnitud de su pandemia han devuelto el interés por las enfermedades infecciosas, que se creían controladas, y por la salud pública, las estrategias de prevención y tratamiento a gran escala... Y han marcado un hito social: han sacudido las conciencias y reinventado las campañas mundiales. El efecto llega más allá del sida. El Fondo de las Naciones Unidas, por ejemplo, es para el sida, la tuberculosis y la malaria", explica el epidemiólogo Antoni Trilla.


La necesidad de investigar, la gran cantidad de dinero destinado -en detrimento de otras áreas-, han llevado a avanzar mucho. "Antes de descubrir el VIH sólo existía un antivírico (el aciclovir, usado contra el herpes); en 25 años se han desarrollado 20 antirretrovirales contra el VIH, aparte de otros para otros virus. Ha sido una revolución", explica Gatell.


"Tampoco existen precedentes - añade Gatell- de que en tan poco tiempo se haya avanzado tanto en la investigación y control de una enfermedad. Hemos convertido una infección que era mortal a corto plazo en el 100% de casos en una dolencia crónica, que permite una vida normal y apenas causa mortalidad si se sigue el tratamiento".


"Los avances contra el VIH han dinamizado el estudio de las enfermedades infecciosas", apunta Bonaventura Clotet, director del laboratorio IrsiCaixa del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona y otro referente en la investigación del sida. "Se han hecho espectaculares progresos en virología e inmunología", coincide Rafael Nájera, director del centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre caracterización molecular del VIH y profesor emérito del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.


"Hemos profundizado en los mecanismos de inmunidad e investigación útil para otras patologías. O en virología, como en los retrovirus, la familia del VIH", precisa Santiago Moreno, jefe de infecciosas del hospital Ramón y Cajal de Madrid y ex presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología. "El VIH ha obligado - añade- a elaborar sistemas de medición de la carga viral y de diagnóstico. Como crea inmunodeficiencia y favorece otras infecciones, estas se han estudiado: los hongos, el citomegalovirus (que sólo se daba en algunos pacientes trasplantados y oncológicos), la tuberculosis o la hepatitis, y han aparecido más fármacos".


El arsenal de fármacos contra el sida y el control de la enfermedad ocasionan efectos adversos,reflexiona Clotet. Hacen que se relativice la enfermedad y se relaje la prevención. El coste de la terapia lastra la sanidad de los países ricos. En los países pobres, la mortalidad aún no se ha frenado porque el diagnóstico y la medicación no llegan a la mayoría de los infectados, y tiene un impacto socioeconómico terrible.


Cuando llegue el tratamiento crónico a los millones de enfermos pobres, los costes serán enormes. Todo obliga a adoptar medidas sociales de reducción de precios y a investigar nuevas terapias y una vacuna.


Lecciones de reacción
"El sida nos ha enseñado que siempre pueden aparecer enfermedades emergentes y que pueden tener un impacto tremendo, por lo que hemos mejorado los mecanismos mundiales de reacción", asegura Antoni Trilla. De hecho, la expresión enfermedad emergente se acuñó en 1989 a propósito del sida, recuerda Rafael Nájera. "Lo que hemos aprendido al investigar el VIH y el sida nos permitiría, ante un nuevo virus, acelerar la respuesta, diseñar antivíricos antes", opina Josep M. Gatell.


Pero no hay garantías de que se supiera evitar otra pandemia. "Que el miedo a otro VIH acelera la respuesta mundial se vio con el síndrome respiratorio SARS o la gripe aviar. Si aparece un nuevo virus letal, no podremos evitar la epidemia mientras no sepamos dominar sus mecanismos. Quizás lo hagamos antes o quizás vuelva a desafiar nuestros conocimientos", dice Santiago Moreno.